David GOTXIKOA
FESTIVAL DE JAZZ DE GASTEIZ

EN EL TEATRO PRINCIPAL, MADUREZ, GENEROSIDAD Y JUVENTUD SIN INSOLENCIA

EL TRÍO DEL GASTEIZTARRA DAVID CID DIO LA TALLA EN EL TEATRO PRINCIPAL Y PERMITIÓ QUE EL SAXO TENOR DE JOEL FRAHM BRILLARA EN KONEXIOA, EL LUGAR DONDE SE ENCUENTRAN JAZZ EUSKALDUN E INTERNACIONAL

Tal vez haya quien piense que los músicos nacen de unas vainas gigantes ya perfectamente formados, pero la realidad nos invita a confrontar otras realidades menos divertidas y más desalentadoras: ¿Los centros de estudios superiores como Musikene forman a generaciones de músicos con un nivel sobresaliente, para después empujar a los más afortunados a vivir de la docencia? ¿Dónde maduran y forjan su personalidad, si no es tocando en directo? Promotores e instituciones tienen la responsabilidad de diseñar espacios donde los artistas más jóvenes puedan terminar de desarrollarse, madurar y encontrar a su público. La idea no beneficia sólo a los futuros artistas, sino que debería servir para renovar la audiencia de los festivales. Todos saldríamos ganando.

Las grandes estrellas atraen la atención de los inatentos y permiten cuadrar números puntualmente, pero el prestigio lo dan el tiempo y una programación de calidad e interesante, abierta a nuevas ideas y formatos. Al fin y al cabo pocas cosas hay más cambiantes y abiertas que el jazz.

Aunque la creación de Konexioa es reciente, desde su inicio pareció otra buena idea sin pulir: ha ofrecido momentos dignos de ser recordados y encuentros traídos por los pelos que parecían cumplir un expediente. Ni puede ser el reducido nicho en el que presentar de modo testimonial en Gasteiz el jazz vasco, ni hablamos de cuotas obligatorias; pero en EH y el resto del Estado abundan músicos de nivel suficiente para tocar en este y otros festivales, porque los artistas no viven del aire ni los festivales son capaces de sobrevivir sin un público que pase por taquilla.

El trío de David Cid lo componen tres músicos aún en etapa de formación y que, por tanto, todavía no han encontrado su voz definitiva. Juegan en casa, pero el horario no ayuda a que el público llene el teatro y la primera jornada tiene también ese hándicap. Tal vez intimidado ante la responsabilidad de abrir el festival, el pianista gasteiztarra pareció más cómodo en su rol de anfitrión anónimo que acaparando las miradas en sus intervenciones, incluso algo dubitativo en los remates de sus solos o al agarrar el micro para dirigirse al público. Pero atesora buen gusto y juventud para ofrecer muchas cosas buenas en el futuro. Estaremos atentos.

Hay que alabar el coraje del trío –que completan Rakel Arbeloa (batería) y Xurxo Estévez (contrabajo)– para no arrugarse ante un repertorio que comenzó de forma amable con un par de números bañados en blues, para ofrecer después momentos de mayor exigencia técnica en el “4 in 1” de Thelonious Monk o piezas firmadas por el saxofonista, como “A little extra” o “Jobimiola”. Todo ello resuelto con solvencia y generosidad, a mayor gloria del saxofonista invitado. El bagaje de Joel Frahm –acompañando a Brad Mehldau, Jane Monheit o Kenny Barron– hacen de él un instrumentista más versátil que personal, pero toca y transmite bien. Cuando se sintió más cómodo y respaldado dejó destellos muy inspirados de improvisación, con la energía de Joe Lovano o el sonido cálido y redondo de Stan Getz. Su deuda con el sonido de estos y otros tenores clásicos es tan obvia que la interpretación final del “Soy califa” de Dexter Gordon resultó un guiño tan honesto como apropiado, además de servir en bandeja una despedida jovial, perfecta para un concierto entretenido y sin pretensiones.