David GOTXIKOA
FESTIVAL DE JAZZ DE GASTEIZ

JAZZ SINFÓNICO Y HEDONISMO FUNK: DESCONOCIDOS SIN DERECHO A ROCE

EL PROGRAMA DE ESTE AñO HA OFRECIDO ALGUNOS MARIDAJES DIFÍCILES. EL MÁS ANÓMALO DE TODOS EMPAREJÓ EN MENDIZORROTZA EL JAZZ SINFÓNICO DE LA GASTEIZKO GANBARA ORKESTRA CON EL HEDONISMO FUNK DE CORY HENRY & THE FUNK APOSTLES.

Para que el director Iker Sánchez (Irún, 1976) fuera profeta en su tierra, tendría que haber sido futbolista, youtuber o cantante de reggaeton. En lugar de eso, cuando se vio obligado a dejar la trompeta volcó toda su energía y talento en los estudios de arreglos y dirección, para terminar convirtiéndose en un artista de prestigio global: su trabajo junto a la Orquesta Sinfónica de Euskadi, la Sinfónica de Tenerife, o la del Principado de Asturias –así como sus numerosos proyectos internacionales de renombre– hablan por sí solos. A pesar de su dedicación casi en exclusiva al género clásico, durante todo este tiempo Iker jamás ha abandonado su antigua pasión por el jazz, así que el anuncio del estreno del proyecto “Conversaciones” con la Gasteizko Ganbara Orkestra fue una gran noticia, pero no nos pilló desprevenidos a quienes le conocemos.

La oportunidad de colaborar con Perico Sambeat para esta ocasión permitía a la vez saldar una vieja deuda pendiente de este festival: a pesar de su trayectoria, el valenciano nunca había tocado en Gasteiz liderando un proyecto, por increíble que parezca. Además de poner en claro que en el Estado no ha habido ni habrá un saxo alto como él, a Perico le tocó ejercer de maestro de ceremonias, para presentar y contextualizar el repertorio con su despiste habitual: composiciones suyas (“La otra orilla”), de McCoy Tyner (“Fly with the wind”) o de Maurice Ravel (“Daphnis et Chloe”) donde tan pronto lo sinfónico se vestía sensualmente de Nouvelle Vague, cine negro o atonalidad, como se bañaba en swing o aromas afrocubanos sobre un fondo de asfalto mojado, bocas de metro humeantes y neones. Sencillamente delicioso.

Su cuarteto lo completaron con eficacia un elegante Joan Díaz en el piano, Masa Kamaguchi con el contrabajo y su fiel Marc Miralta a la batería y vibráfono.

Los arreglos de Miguel Blanco requerirían un espacio y una minuciosidad de la que no disponemos hoy, pero hay que decir bien fuerte que el trabajo de este señor no tiene parangón en el Estado, y que mira de tú a tú a los profesionales más prestigiosos de Europa. Sus partituras fueron simplemente asombrosas, dibujando dinámicas y escenas de una riqueza y detalle dignas de un contexto mejor y, por supuesto, de mayor continuidad. Lo que pudimos escuchar el viernes por la noche debería ser escuchado por el mayor número de público posible. Semejante resultado merece tener un eco proporcional al esfuerzo de todos sus artífices, así que esperamos que estas “Conversaciones” no se detengan aquí.

Sorpresa

De Cory Henry esperábamos más o menos lo que ofreció, pero el empaque de su puesta en escena fue una sorpresa. Entre los sonidos retro-futuristas de los sintetizadores que domina con maestría y el groove de su Hammond B3, se atisba mucho más que la sombra alargada de Stevie Wonder retorcida según el patrón del r&b. Hay madera y hay ideas frescas pero, sobre todo, se adivina la pretensión de llevar el discurso más allá del funk, del ritmo y el hedonismo superficial.

Su recreación del “Stayin’ alive” de los Bee Gees o el “Proud Mary” de Creedence Clearwater Revival –por supuesto, pasada por el tamiz de Ike & Tina Turner– no es más que un gancho fácil para asegurarse de tener toda nuestra atención, e inmediatamente después llevarnos a un terreno más pantanoso y abstracto pero igual de entretenido y bailable. Lo consiguió a medias, algo razonablemente lógico si tenemos en cuenta que el diseño del programa doble había emparejado a los Funk Apostles con un proyecto sinfónico. Maridajes extraños.