Fede de los Ríos
JO PUNTUA

Qué azul era mi valle

Santiago Cantera es el jefe de los frailes custodios del Valle de los Caídos por Dios y por España que construyera Félix Huarte, Hijo Predilecto de Navarra, con la colaboración forzada de republicanos presos. El mosén, camarada prior, se opone a la exhumación de los restos de Franco, el que ordenara construir el adefesio de hormigón que soporta ciento cincuenta metros de cruz a la mayor gloria suya, y la de Dios hijo, por haber vencido a los enemigos de la España católica, la verdadera y así “visibilizar la dimensión de nuestra Cruzada contra el comunismo y la masonería”. Y esa oposición por parte del benedictino al desenterramiento de los restos amojamados del gallego, al parecer, extraña al personal que dice ser de izquierdas. Cuarenta años la iglesia católica lo llevó bajo palio, privilegio exclusivo de la hostia consagrada, cuarenta años en los que el catolicismo lo contaminó todo, cuarenta años de dar soporte ideológico al asesino más longevo de Europa hasta que se nos fue por unas benditas heces sangrantes en forma de melena. Vino después lo que llamaron “transición” y otros cuarenta años las cunetas siguieron llenas de antifascistas muertos, mientras que dos de los mayores responsables del golpe militar permanecen reposando bajo la cruz con cantos, misas y novenarios por las supuestas almas de los desalmados. Alfonso Guerra, uno de los de la “transición”, dice ser contrario a la exhumación del dictador; como a Pablo Casado, le aburre el tema. Por eso cuando pudo no lo hizo y siguió financiando el mausoleo. Quizás quiera, en un futuro, reposar a la izquierda del Caudillo. A la derecha ya está el primo de Rivera.

Que los católicos suban a los altares a Franco, Carrero, Melitón y Celia Gámez a los que tanto deben. Hagan un parque temático en Cuelgamuros para sus hijos. Pero antes liberemos del peso de esa infame construcción, cruz incluida, a los que cayeron luchando contra el fascismo, devolviendo sus restos a los suyos.

Y que los que quieran Reconciliación con los fascistas, con su pan se lo coman.