Nagore BELASTEGI
REBAJAS DE VERANO

SIN TIRAR LOS PRECIOS, PERO BAJÁNDOLOS LO SUFICIENTE, SE BENEFICIAN TODOS

DOS VECES AL AñO LOS ESCAPARATES DE LOS COMERCIOS SE LLENAN DE LLAMATIVOS CARTELES CON DESCUENTOS. DOS VECES AL AñO, LOS CONSUMIDORES SE APROVECHAN DE ESAS OFERTAS. SOLEMOS INFORMAR SOBRE EL IMPACTO QUE TIENE EN LAS TIENDAS DE CIUDAD; ESTA VEZ NOS VAMOS A LOS PUEBLOS.

Por estas fechas solemos abordar los comercios de ciudad porque resulta más fácil conseguir información, y descuidamos los de los pueblos, donde las tendencias de compra pueden resultar ligeramente diferentes, también en rebajas. No son las grandes cadenas quienes cuentan con una clientela fiel, sino estos espacios en los que tendera y clienta se conocen, y cruzan más palabras que las puramente comerciales.

En mitad de la campaña de rebajas de verano nos acercamos a Tolosa. Un montón de bolsos de paja, muy veraniegos, tapan parcialmente el nombre de Avalon, una tienda de Berdura Plaza que tiene ropa y complementos. Ainhoa Urretabizkaia, trabajadora del comercio, nos cuenta que se trata de una tienda con productos muy variados y con un rango de precios amplio, lo cual la convierte en un sitio perfecto donde buscar un regalo. «La gente sabe que tenemos buenas prendas y de materiales de calidad. Hay quien tiene fichadas algunas cosas de temporada, como los bolsos de cuero, y después aprovechan las rebajas», comenta sonriente admitiendo que las rebajas son «muy beneficiosas» para todos.

Prácticamente en frente de Avalon se encuentra Serendi. Tampoco pillamos allí a la dueña y fue Mari Luz Fadrique quien nos atendió. «Este año se ha adelantado la campaña por el tema del clima», comenta. Y coincide en que «las rebajas vienen bien, la gente está comprando». Desde el sábado pasado tiene colgado el “50%”, pues ya faltan mucho género y tallas. Se trata de una tienda de ropa «juvenil, aunque también para señoras porque hay marcas con tallaje un poco amplio».

Siguiendo calle abajo, Maite Estetika se suma a las rebajas de una forma un tanto peculiar. Al vender cosmética y tratamientos, que son atemporales, no hacen rebajas en ellos, pero sí en bolsos, pañuelos y sombreros. Según explica la empleada Eli Karrera, durante todo el año ofrecen sus productos un 10% más baratos como forma de fidelizar a la clientela. Además, aquí ofrecen una atención personalizada.

Esa es, precisamente, la gran baza de la mercería Nerea, que lleva en pie desde 1962. Eguzki Tobes es quien está ahora detrás del mostrador, rodeada de ropa interior y bañadores. Ella no está en contra de que la gente compre en tiendas de cadena pues «todos tenemos que vivir», pero opina que el comercio local tiene un plus de confianza y cercanía. «Que la tienda siga abierta ilusiona, pero a veces tenemos dolores de cabeza», asegura. Opina que en su caso la sinceridad es importante; no le dirá a una clienta que un bañador le queda bien solo por venderlo si no es verdad. Siempre le aconsejará bien. «Hoy en día hay mucha ropa pero, seamos sinceras, no toda es para todo el mundo. En la compra de un bañador juega un papel muy importante la autoestima. Saben que yo no les mentiré y que les ayudaré a encontrar una prenda que les de seguridad», comenta. Tal vez por que trata a sus clientas desde el corazón, acuden a ella hasta cuatro generaciones de la misma familia.

En cuanto a la lluviosa primavera de este año, dice que no le ha afectado tanto, a pesar de vender precisamente ropa dirigida exclusivamente al buen tiempo. «Aunque aquí haga mal tiempo, cada vez se viaja más. Además, sabemos que algún día tiene que hacer bueno», añade en tono positivo, dispuesta a seguir ofreciendo «buen genero y calidad», ya a mitad de precio hasta el fin de rebajas.

Tiendas a la calle

En otras localidades buscan fórmulas para incentivar el comercio como las ferias de stock. Bi-Tartean, la asociación de tiendas de Urretxu-Zumarraga, lleva años organizando el evento Merkealdiak Kalera, que consisten en que 15 comercios sacan a la plaza sus productos rebajados. Según las organizadoras, es un evento que los comerciantes agradecen pues tiene mucho éxito. Como novedad, junto a los hinchables para niñas y niños, repartieron tickets por cada 10 euros de compra para saborear una porción de paella, preparada por Buen Bokado, una empresa de catering asociada a Bi-Tartean.

Ésta la conforman un centenar de comercios y 14 de ellos se apuntaron a la iniciativa, por lo que el sitio libre se lo ofrecieron a quien quisiera aprovecharlo. Quien se animó fue Milako, de Zarautz. «Nos apuntamos a todas las iniciativas de este tipo que podemos porque llegamos a más gente y se vende más fácil. Y, además, es más divertido», nos cuenta su responsable, Laida Elorza.

Alex Albisua, de Alex Kirolak (Zumarraga), también sacó su ropa de marca a la plaza. «También nosotros somos dependientes de la moda. Es obligatorio traer cosas nuevas porque la gente está informada y sabe lo que viene», comenta. En su puesto mantiene los mismos descuentos de la tienda. «No me meto en grandes descuentos, hago un 10% o algo más en las zapatillas. Hoy en día las rebajas se han desvirtuado porque durante todo el año se hacen descuentos». No obstante, opina que las rebajas son importantes para movilizar a la gente. En su caso, al puesto se acercaba gente del pueblo pero que no son clientes habituales, por lo que considera que «es una forma de llegar a otra gente».

Algo similar le pasa a la tienda infantil Baby (Urretxu). Elene Mendiola, la hija de la dueña, colocaba las ropitas sobre la mesa asegurando que para ella, más que una ocasión de venta, este evento es una forma de «dar vidilla al pueblo». «Normalmente nuestras clientas son madres, pero aquí se acerca gente con niños cercanos: nietos, sobrinos, primos...», explica. Aunque también venden cochecitos de bebé por encargo, a la feria solo trajeron ropa a precios tan atractivos como camisetas a 5 euros, vestidos a 10 y pantalones a 20.

Uno de los puestos con más público era el de Naif Concept Store, una tienda de ropa juvenil y moderna. Estratégicamente, habían colocado al fondo las prendas a 10 y 15 euros, donde se agolpaba la mayoría de la gente, y a la «entrada» un caballete con vestidos de fiesta al 50%. Las dependientas estaban trabajando a destajo, colocando bien la ropa y atendiendo a las clientas.

«¿Miramos aquí? –le pregunta una madre a su hija adolescente– ¡Ah, si es Naif!», se responde a sí misma dirigiéndose hacia el puesto con la vista puesta en un perchero. Apenas a un metro de la “salida” del estand, se agolpaba un grupo de mujeres enseñándose las unas a las otras lo que habían adquirido.

Otro puesto en el que apenas había un hueco para mirar el género era el de Calzados Txiki. Allí compró unas deportivas Elisabet Mairena, residente en Zumarraga: «Las he comprado porque salen bien, sobre todo porque las quiero para enviarlas a Nicaragua», explica. Ella no es clienta habitual de esta zapatería pero, después de haber visto los precios y la variedad de calzado que tiene el establecimiento, se plantea acudir en alguna otra ocasión.