Iker BIZKARGUENAGA
BILBO
Elkarrizketa
XAQUÍN GARCÍA-MUROS
INVESTIGADOR DEL BASQUE CENTRE FOR CLIMATE CHANGE (BC3)

«Si una medida se percibe socialmente injusta será más difícil poder aplicarla»

Xaquín García-Muros (Muros, A Coruña, 1988) es investigador del BC3, autor de varios artículos y galardonado con el premio Enrique Fuentes Quintana por su tesis sobre el impacto distributivo de las políticas dedicadas a combatir el cambio climático. Sobre su trabajo, que en los dos próximos años desarrollará en el prestigioso MIT, conversa con GARA en esta entrevista.

¿Cuál es el enfoque y el objetivo de su tesis doctoral?

La idea es estudiar políticas que sirven para combatir o paliar el cambio climático y ver qué efectos tienen en distintos grupos sociales. Abordamos distintos tipos de medidas y las planteamos desde esa perspectiva. Hasta ahora se ha puesto mucho énfasis en los análisis agregados, de país, sus efectos en el PIB, el empleo... Nuestros análisis buscan ver qué tipo de hogares pagan ese tipo de medidas.

¿Se centra en medidas que ya se han aplicado o están aplicando, o aborda opciones a futuro?

Más que análisis de políticas pasadas hacemos análisis de políticas que se podrían hacer. Por ejemplo, en el primer capítulo se plantea poner un impuesto al CO2 y se compara con fijar un impuesto a los contaminantes locales, que no son exactamente lo mismo. Las fuentes muchas veces coinciden, pero no son lo mismo las emisiones que tienen impacto en el cambio climático que las que afectan en la salud, por ejemplo, las vinculadas al tráfico rodado en las ciudades. Y se trata de ver a qué rentas afectarían ese tipo de impuestos, mirar si las clases más desfavorecidas serían las que pagasen más, si estarían más afectadas. Normalmente se analiza en términos de eficiencia macroeconómica y se olvida un poco la dimensión social que pueden tener este tipo de políticas, sin darnos cuenta de que a veces eso va en contra del éxito propio de la política, porque si la sociedad percibe que una política es injusta socialmente, será mucho más difícil aplicarla.

Hay una comparativa que me gusta para explicar lo que hago: la globalización es un proceso por el que en términos macroeconómicos casi todos los países se han visto favorecidos, pero su beneficio no ha sido repartido muchas veces de manera igualitaria, y durante estos años de crisis lo hemos visto de una forma más pronunciada. Y no nos damos cuenta del impacto social o político que puede tener esa dimensión, y el ejemplo hoy en día es bastante obvio, como el éxito de partidos populistas en Francia, Italia o EEUU. El votante de Trump no es un votante de clase media-alta sino que es un votante de la clase trabajadora que no se ha visto favorecida por ese tipo de procesos, que son positivos en términos de eficiencia y macroeconómicos, pero que luego no han llegado a todos los estratos de la sociedad. La intención de estos análisis es que se ponga el enfoque también en esa dimensión cuando vamos a implementar medidas para paliar el cambio climático o de protección medioambienta. Y ver también qué se podría corregir en caso de regresividad de los sistemas impositivos.

En las cumbres se fijan objetivos globales pero no se determina el camino para llegar a ellos. Y el camino puede afectar al reparto de la riqueza, ¿no?

Sí. Y en ese tipo de foros la desigualdad se está abordando más en un enfoque entre regiones; puede haber países en desarrollo que dicen que no quieren perder su capacidad de crecimiento. La desigualdad puede ser un concepto global, hay regiones más o menos desfavorecidas, pero también es un concepto relativo a tu región. Una persona puede ser pobre aquí, pero puede ganar más que otra persona que no es pobre en otro país; lo que pasa es que la comparación es respecto a tu vecino, eres pobre en comparación a tu vecino. Hay pobreza en términos absolutos y relativos. El objetivo de la tesis no era hacer solo el análisis distributivo, sino tener los dos enfoques, analizar el impacto agregado, el de la eficiencia, y además el impacto distributivo y en la desigualdad.

En un artículo firmado junto a Mikel González-Eguino abordan el tema de la fiscalidad ambiental. ¿A qué se refieren?

Es lo que comentaba antes sobre la aceptabilidad de las políticas. Existe ese debate desde hace tiempo. En EEUU hay un movimiento que viene a decir: «por qué no nos dejamos de medidas de regulación» que es la vía que han tomado algunos estados, «sino que ponemos un precio al CO2 y ese montante se lo devolvemos a los ciudadanos con un cheque anual». En ese caso, tendrías un cheque de 2.000 dólares y tú decidirías cómo variar tu consumo. Puedes no variarlo, con lo cual lo más probable es que los dos mil dólares los acabes perdiendo en los impuestos que incrementan el precio del consumo de CO2, pero si varias tu consumo tienes 2.000 dólares que puedes gastar de forma distinta. Se trata de trasladar ese concepto basándonos en la aceptabilidad de la propuesta.

Lo que vemos es que ese tipo de transferencias son muy progresivas; en nuestra simulación nos sale una devolución por hogar de 400 euros anuales; para una persona que gana 100.000 euros anuales 400 euros es muy poco, pero para una persona que cobra 10.000 0 15.000, 400 euros no es muchísimo pero que sí puede notarlo en su día a día. Sí percibimos que era una medida que iba a afectar más positivamente a los hogares de renta más baja y probablemente sería más aceptada socialmente.

Más allá de estas medidas disuasorias, ¿es toda la estructura económica y de consumo la que debe cambiar para hacer frente al cambio climático?

Sí. Muchas veces ponemos el foco en las emisiones que se deben a la producción, pero el consumo tiene también un gran impacto. Este es el debate de la responsabilidad. La UE es una región dentro de los desarrollados relativamente limpia y que tiene una tendencia decreciente en sus emisiones, pero cuando miras lo que emitimos como consumidores, es mucho más. Y China te está diciendo: «yo tengo muchas más emisiones, pero qué parte ha ido destinado al consumo de mis ciudadanos y qué parte son emisiones que estoy teniendo para que consuman los tuyos». Uno de los capítulos de la tesis lo enfocamos al tema de la alimentación. Cuando miras las emisiones que tenemos como consumidores, la alimentación es una de las principales fuentes de emisiones. Entonces planteamos algunos impuestos a las emisiones de determinados productos alimenticios. Además algunos de ellos están relacionados con problemas cardiovasculares, de salud. En el estudio, los bienes que más se gravan son los que la OMS recomienda que menos se consuman, y dejamos exentos los que tienen bajas emisiones y que te dicen que consumas más. La verdura tiene menos emisiones que las carnes. Es nuestra responsabilidad como consumidores, hay que cambiar no solo nuestro sistema productivo, sino también cómo consumimos.

También han analizado los impactos de determinados costes en la factura eléctrica...

Cuando hablamos de si los impuestos medioambientales son regresivos o no, los primeros estudios que se hicieron, en EEUU, concluían que los impuestos al CO2 o las medidas medioambientales eran normalmente regresivas, aunque eso lo hacían en base a los patrones de consumo que hay en EEUU. Pero cuando lo trasladas a otros países los resultados pueden ser diferentes en base a tu cesta de consumo y a la distribución de la renta. Dependiendo de los bienes que afectes y si son más consumidos por rentas bajas, la imposición va a ser regresiva. Es el caso de la electricidad. El IVA de la electricidad, trasladar determinados costes a la factura eléctrica o el incremento que hemos tenido en los últimos años en la factura eléctrica, es muy regresivo, porque la electricidad es un bien que consumen mucho más los hogares pobres que los ricos en términos proporcionales de renta. Ese tipo de medidas afectan a las clases bajas, en riesgo de pobreza; jubilados, viudas, los más vulnerables. Lo mismo pasa con la calefacción. Por contra, impuestos al CO2 o a los carburantes afectan más a la clase media, no son tan regresivos.

De modo que plantean bajar el IVA al tipo mínimo, al 4%. Eso tendrá efectos positivos en términos de progresividad, ¿pero qué incidencia tendría en términos medioambientales?

Ahí lo que puedes tener es lo que llaman un «efecto rebote». Se abarata el precio de la electricidad, y eso puede favorecer que consumas más electricidad, es ese efecto rebote. Pero aun así, también es cierto que el abaratar la electricidad, que se consuma más electricidad, favorece la electrificación del sistema.

Porque es necesario avanzar hacia un sistema menos dependiente del carbón, ¿no?

Sí, y la electricidad es la vía donde mayor introducción de renovables puedes tener. En España ahora el 40% de la producción eléctrica es renovable. Y en el transporte parece que el futuro también viene también por ahí.

En el tema de la fiscalidad medioambiental, ¿en qué situación se halla el Estado español?

Se halla en la cola en Europa. Y me parece curioso, porque en los últimos años había bastante necesidad de subir los ingresos del Estado, y se han tocado muchos impuestos, pero curiosamente se han tocado muy poco los impuestos medioambientales. Es llamativo, porque lo necesitas, organismos internacionales te lo han recomendado y aun así el Gobierno no ha ido por esa vía. Alguna vez sí se ha puesto encima de la mesa, creo que el anterior Gobierno en los PGE sí lo planteó, pero como posibilidad. De cara a la Comisión Europea se le dijo que si no alcanzaban el objetivo de déficit estaban estas vías impositivas de las que se podría tirar. Pero en España parece que es un debate que no llega nunca.

¿Puede que no exista suficiente presión social? ¿Que el cambio climático sea percibido como algo que se decide en foros internacionales, que atañe a los gobiernos y que ahí se queda?

Yo entiendo que el cambio climático a veces es difícil de percibir. Que a alguien le digas que sube el nivel del mar, o que desaparecen los polos… son efectos muy lejanos. La gente no lo percibe como algo cercano, y si no lo percibe como algo cercano es difícil que exija medidas a los políticos. Por eso las medidas fiscales a la contaminación del aire, sí creo que son una vía de entrar en el debate de forma mucho más cercana a la ciudadanía. Porque en Bilbao existe un poco el problema, pero yo he vivido en Madrid casi toda mi vida y ahí los niveles de contaminación se notan de verdad. Lo notas en cómo respiras, que cada vez los niños tienen más problemas en este ámbito… Entonces la vía de poner sistemas impositivos u otras medidas para reducir la contaminación del aire es más cercana a la ciudadanía, puede entrar más fácilmente en el debate y también tiene el efecto, con matices, de que las fuentes de emisiones son las mismas. Por ejemplo, en el transporte; un coche emite CO2 pero también emite micropartículas, que al final tienen responsabilidad en ese problema de contaminación y de salud.