Arturo Puente
Periodista
JO PUNTUA

Gestionar para estropear

Los que compartimos esa idea de Joan Fuster de «toda la política que no hagamos nosotros será hecha contra nosotros» somos, por necesidad, expertos en cabalgar contradicciones. Ir a las elecciones, sacar adelante políticas, pactar gobiernos y gobernar a menudo parece inútil para cambiar la realidad. No nos conformamos, pero sabemos que en las instituciones la mayor parte del tiempo toca hacer gestión, a ser posible buena, porque desde ahí se descubren grietas por donde colar transformaciones. Y por eso vale la pena.

El problema es cuando la institución te lleva exactamente a lo contrario: gestiones nefastas que llevan a estropear lo bueno que hay fuera. Esto es lo que ha pasado con el gaztetxe Maravillas de Iruñea, que el Gobierno navarro acabó desalojando la pasada madrugada. Ya veníamos de un absurdo, después de años con el palacio vacío, pero tras la ocupación en septiembre la cosa no mejoró. El Gobierno decidió judicializarla, algo absurdo tratándose de una ocupación política de un edificio de su propiedad y, por tanto, donde tenía buena posición negociadora.

Se intentó un proceso de mediación, sí. Desde el Gobierno de Barkos se afirma que se buscó la negociación hasta el final, mientras que el gaztetxe afirma que hablaban contra un muro. La realidad de las conversaciones solo las saben las partes, pero parece evidente que al optar por el desalojo a la fuerza, el Gobierno demuestra una voluntad de negociación, como poco, de mecha muy corta. Se escuda en una orden judicial, pero Interior puede posponer un desalojo para facilitar la negociación o simplemente porque valora que el daño potencial aconseja no ejecutarla de inmediato. Pero no, se prefirió entrar, desalojar, identificar a los ocupantes y desatar una violencia intolerable contra el vecindario. Más allá de razones de fondo, que seguro que hay, el desalojo de Maravillas se ha gestionado de forma torpe y perjudicial para el interés público. Y son esas gestiones pésimas e inexplicables las que finalmente hacen que la gente se plantee si los pactos y los gobiernos sirven para transformar o para lo contrario.