Raimundo Fitero
DE REOJO

Síntomas

Tenía estructurado mi pensamiento para hablar hoy de lo importante: el inicio de La Liga de fútbol, pero me han aparecido unos síntomas raros en mi cuerpo y me he visto impelido a hablar de los loritos, de esos personajes que pueblan mi pantalla grande que hablan, repiten, reiteran y crispan. Mi cuerpo está ardiendo, pero el termómetro no me detecta fiebre. Parece un síntoma sicosomático. Por fin he llegado a una conclusión: he cometido el error de ver desde su inicio el homenaje a las víctimas de Barcelona y Cambrils.

Las Ramblas. Voy a escribirlo: mis Ramblas, despejadas, sin turistas, solamente con un muestrario de toda la gama de policías y uniformes. Unos pequeños parterres para que se depositaran flores. Muchas eran margaritas amarillas. Otras multicolor. En la Plaza de Catalunya un escenario sencillo, jóvenes músicos de las escuelas de Barcelona, unas pocas sillas para afectados y autoridades. Entre ellas el cuñado de Urdangarin. En la retransmisión en directo que yo seguí, alguna voz laudatoria al Borbón, y unas imágenes fugaces de una pancarta colgada de un edificio en contra. Siete idiomas para leer un poema. Una presentación neutra. Todo correcto. Bueno a vista de buen observador había más pistoleros camuflados que en una película de Sergio Leone. Acabado el acto, la jauría. Rivera y Arrimadas con un discurso preparado que soltaron sin importarles la verdad. Una del PP que miente más que habla. Los independentistas no aparecieron. Los otros que aparecieron, muy mesurados. Colau no respondió a nada que no fuera el tema de las víctimas. La pinza de ultras, cansan, son ninots parlanchines. Un peligro. Y repaso los medios de comunicación y cuentan otra ceremonia para elevar la tensión partidista. Síntomas de un otoño con ciclogénesis política. Ha triunfado el trumpismo informativo. Vómitos