Anjel Ordoñez
Periodista
JO PUNTUA

Mascotismo

Leo que la prohibición de sacrificar a los animales abandonados está provocando elevados niveles de saturación en los centros de acogida en algunas ciudades europeas, como Madrid o Barcelona. Que las mascotas se hacinan en jaulas llevando el desbordamiento a una situación insostenible. Que de esta forma, y paradójicamente, evitarles la muerte condena a los animales a una existencia enjaulada, sin calidad de vida, contraria a los objetivos que persiguen los colectivos animalistas cuando defienden el «sacrificio cero».

Las opciones para atajar el problema no son sencillas. Seguir aumentando la capacidad de los centros apenas aplaza el problema en el tiempo e incrementa la necesidad de recursos, no solo de espacio, sino también del personal necesario –y no nos engañemos, debemos dedicar dinero a estos fines, pero hay otros y no menos prioritarios–. Imponer la prohibición de que los particulares puedan cruzar, vender o regalar a sus mascotas sin control se mueve peligrosamente entre la vulneración de los derechos individuales y el abono para la privatización total de un sector que hoy día ya ofrece niveles de negocio espectaculares.

Me da la impresión de que a la sociedad occidental, este asunto de las mascotas se le está escapando de las manos. El tema es controvertido, con mil aristas que afectan a elementos emocionales y a vínculos afectivos. Pero no por ello debe escapar al análisis crítico. La creciente y excesiva humanización de las mascotas parece una consecuencia de la crisis del sistema familiar tradicional. Y aunque en algunos casos supone un factor de equilibrio beneficioso para ambas partes, en otros muchos deriva en comportamientos que, en un polo, exponen a la mascota a rutinas alejadas de su condición animal: peluquería extrema, moda canina innecesaria y molesta, hábitos estresantes... Y en el otro, al más cruel abandono cuando desaparecen las condiciones que aconsejaron acoger a un perro en la familia. Termino con una reflexión: convertir a un animal en mascota como fórmula de terapia social o individual para los humanos ¿no es una forma de maltrato?