Raimundo Fitero
DE REOJO

Presencia

Se retransmiten los partidos de fútbol desde casa. Está asegurado que en los estadios estén de manera física: operadores, actores, cámaras, editores, sonidistas, directores  y realizadores deben comparecer en cada lugar de los hechos para regístralo y mandarlo  mundo entero. Lo necesitan los que han pagado los derechos y hasta el propio juego, porque existe un vídeo arbitraje, el VAR, que sirve para evitar errores irreparables que se conviertan en un motivo para la desafección entre vecinos colindantes o entre la periferia y el centro por esa lucha entre el poder centrífugo y el centrípeto para hacerse gobernante y sin discusión posible. Cada jornada se emiten en directo partidos de la primera y la segunda división. Eso significa una inversión importante en cuanto al alquiler de unidades móviles y personal imprescindible para que se pueda emitir con garantías. Todos deben estar menos los narradores, comentaristas, locutores y demás que no están en el estudio. Cuando va bien tienen a alguien a pie de campo para tener mayor movimiento de enfoque, de voces. El fútbol se juega sabiendo que, aunque estemos practicando un meditación transcendental de categoría sísmica, se está convirtiendo en un contenido televisivo. Las circunstancias emocionales de competiciones, premios, reconocimientos es una manera de mantener el espíritu, pero no siempre logra la categoría de compromiso colectivo porque todo sucede en un espacio creado para ese acontecimiento que de ser deportivo ha ac abado en televisivo, porque se relacionarán por la tele, la Tablet o el teléfono inteligente. En otro nivel.

Los locutores, salvo excepciones, están en el plató. La señal está perpetuada por necesidades contractuales. Las distriubuidoras masivas están al acecho de las televisiones. Es un negocciuoi muy amplio populista.