El huracán Florence, que se abatió ayer sobre la costa atlántica de EEUU, comenzó a causar estragos en Carolina del Norte. El gobernador de ese estado, Roy Cooper, señaló que «nos enfrentamos a múltiples amenazas. Estamos profundamente preocupados por comunidades enteras que podrían ser barridas».

Dos personas, una madre y su bebé, perdieron la vida tras caer un árbol sobre su casa en Wilmington, mientras el padre resultó herido. Además, una mujer murió al sufrir un ataque al corazón en Hampstead, y el equipo médico no pudo llegar a tiempo hasta donde se encontraba debido a los árboles caídos que encontraron en el camino

El huracán, de categoría 1, tocó tierra a las 7.15, hora local, con vientos máximos sostenidos de cerca de 150 kilómetros por hora y acompañado por lluvias torrenciales. Aunque perdía fuerza (llegó a ser de categoría 4), avanzaba lentamente dejando «catastrófica inundaciones de agua», según los meteorólogos, que temían que se uniera a los hasta 3,3 metros de altura de la marea ciclónica que genera en la costa sureste del país. El río Neuse llegó a un nivel tres metros por encima del habitual, , y «el nivel de los ríos se elevará durante días», advirtió Cooper. Cerca de medio millón de personas ya estaban sin electricidad en Carolina del Norte, que tiene unos 10 millones de habitantes.