Iraia OIARZABAL
ERRENTERIA
RESOLUCIÓN DEL CONFLICTO

Una víctima de ETA y un alcalde de EH Bildu abren vías a la convivencia

Errenteria acogió ayer un inédito gesto por la convivencia protagonizado por José Miguel Cedillo, hijo de un policía víctima de ETA, y Julen Mendoza, alcalde de EH Bildu en el municipio guipuzcoano. En un acto por la memoria de Antonio Cedillo, en el que participaron representantes de todo el arco político, ambos invitaron a derribar trincheras.

Hacía 36 años que José Miguel Cedillo no pisaba Euskal Herria, desde que su padre, Antonio Cedillo, muriera en un atentado de ETA junto a otros tres policías el 14 de setiembre de 1982. Ayer volvió a Errenteria junto a su madre y su hermana para recordar a su padre y reivindicar la convivencia en un acto celebrado en el alto de Perurena, donde perdió la vida Antonio Cedillo. En la ceremonia estuvo acompañado del alcalde del municipio guipuzcoano, Julen Mendoza (EH Bildu), con quien en los últimos meses ha estrechado lazos y compartido reflexiones.

Hace dos meses que Cedillo y Mendoza se conocen, cuando el sevillano se puso en contacto con el alcalde de Errenteria para trasladarle sus reflexiones y la intención de celebrar un acto. Mendoza respondió inmediatamente a la llamada y cogió un avión con destino a Sevilla. Cuatro horas de conversación en el aeropuerto fueron el preludio del acto de ayer. «En estos casi dos meses he intentado entender, y me he sentido siempre entendido, entendidas mis limitaciones, algo que agradezco enormemente, y algo que a veces se echa de menos», expresó por su parte Mendoza.

Desde aquel primer encuentro los mensajes entre ambos han sido constantes, y como ellos mismos reconocieron ayer, el compromiso por aportar a la resolución fue firme y el agradecimiento mutuo. Un sentido abrazo entre los dos dejó testimonio de ello.

José Miguel Cedillo tenía tres años cuando abandonó Errenteria, el día después de que su padre falleciera. No ha sido capaz de regresar hasta ahora. En su intervención de ayer recordó conmovido su dura infancia tras la muerte de su padre a manos de la organización armada, hecho que desconocía hasta hace siete años.

Creyó durante años que su padre había muerto en un enfrentamiento con atracadores, hasta que ojeando el libro “Vidas rotas” se topó con el nombre de su padre entre las víctimas de ETA. Los miedos y fobias causados por la ausencia de su padre lo atormentaron durante años, según confesó ayer. «El odio, el rencor, las ganas de encontrar un culpable era un sentimiento recurrente», relató. Ahora quiere abrir una nueva etapa; la interlocución abierta con Mendoza y el acto celebrado ayer son el primer paso. «Tenía que venir a encontrarme con el pasado», declaró.

La hora de cerrar heridas

Ante los presentes en los jardines del restaurante Mugaritz, Cedillo quiso aclarar que habla solamente en su nombre y lanzó una petición directa para que el nombre de su padre salga del listado anónimo y sea reconocido como víctima. Expresó, asimismo, su deseo de que su nombre esté ligado «indisolublemente» a la paz y la convivencia.

En este punto, cree que tras el 20 de octubre de 2011, con el cese definitivo de ETA y la organización ya desaparecida, ha llegado el momento de dar pasos hacia la resolución. «Debemos hacer que las cosas cambien de verdad, creyéndonos, practicando esto que ahora vivimos», señaló. Interpelando directamente a los partidos políticos, reclamó que «esta herida se cierre en firme con reconocimiento, reparación y dignidad». «No se trata de pasar página sino de escribir una nueva, reconstruir la convivencia, regar la paz», incidió.

Entre los presentes en Errenteria, se encontraban Josu Erkoreka (PNV) en nombre del Gobierno de Lakua, Maddalen Iriarte y Pello Urizar (EH Bildu), Rafaela Romero y Jesus Egiguren (PSE), Juantxo Iturria y Pili Zabala (Elkarrekin Podemos) y Juan Carlos Cano (PP). También pudo verse a víctimas de ETA como Sara Buesa, Maixabel Lasa o Gorka Landaburu.

Según declaró el propio Cedillo en días anteriores, el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, también había sido invitado al acto. Ni él ni ningún representante del Ejecutivo español acudió a Errenteria.

Un regreso sin rencor

Liberada parte de la carga acumulada durante años, Cedillo afirmó que sus dos hijos ahora saben que «en el norte hay una tierra hermosa donde desde hoy nunca se sentirán extraños y podrán venir en libertad». «No quiero bajo ningún concepto que la herencia que a Pablo y Martina le dejen su abuelo y su padre sea la del rencor», añadió en un llamamiento a hacer un «cortafuegos generacional».

En una ceremonia llena de gestos entre el pueblo vasco y el andaluz, el sevillano finalizó su intervención en euskara. La interpretación de “Txoria-txori”, la Salve Rociera y la plantación de un olivo andaluz entre Cedillo, Mendoza y el alcalde de Olivares, Isidoro Ramos, pusieron fin al acto.

Julen Mendoza: «Quiero imaginar que lo de hoy rompe una serie de certezas»

En los últimos cinco años la trayectoria de Errenteria, uno de los municipios más golpeados por el conflicto, ha estado marcada en gran medida por avances en la resolución a través de diversas iniciativas en las que el Ayuntamiento, y de manera muy significativa su alcalde, Julen Mendoza, han tenido un papel central. Se han logrado importantes consensos entre todos los partidos políticos y el mismo Mendoza (EH Bildu) puso ayer en valor lo logrado hasta el momento.

En este contexto, subrayó la importancia del acto de ayer en memoria de Antonio Cedillo como un paso más en el camino y reivindicó el camino abierto en Errenteria hacia la construcción de la convivencia y el reconocimiento de todas las víctimas de vulneraciones de derechos humanos como consecuencia de la violencia de motivación política.

El de ayer fue un acto inédito en el que un familiar de un policía víctima de ETA y un alcalde de EH Bildu asentaron su compromiso con la reconciliación. En su discurso, Mendoza abogó por, «sin renunciar al dolor, construir el futuro, para liberarnos de las certezas del pasado, certezas que no nos han dejado imaginar». Es lo que paso a paso, a través de «microprocesos» según los definió Mendoza, están consiguiendo en Errenteria. El camino recorrido con Cedillo es uno de esos pequeños procesos al que han precedido otros. Puso como ejemplo los dos actos de reconocimiento y reparación a las víctimas de vulneraciones de derechos humanos por parte de ETA y de las fuerzas policiales celebrados en 2017. También la aprobación por unanimidad de todos los partidos del Ayuntamiento del documento «Hacia una memoria compartida. Informe sobre violaciones de derechos humanos y hechos violentos acaecidos en Errenteria de 1956 a 2012».

El de ayer fue un acto convocado por la familia de Antonio Cedillo y Mendoza se prestó a acompañarlos tras la relación abierta con su hijo. Ese cruce de reflexiones es lo que, a juicio del alcalde, hace posible avanzar: «El proceso cercano y discreto ayuda a la empatía, aborda la integridad del problema, ayuda a acercarnos al dolor ajeno, facilita la reflexión para la autocrítica, ayuda a ser igual de contundentes en la valoración ética de unos hechos y otros, y facilita la asunción de responsabilidades políticas», señaló.

Las palabras de Mendoza llegaron ayer a las víctimas allí presentes y también a representantes de todos los partidos políticos. Ante todos ellos describió su relación con Cedillo como un cruce entre la imaginación y las certezas cuestionadas: «Quiero imaginar que lo de hoy rompe una serie de certezas. (...) Que se puede estar aquí para ayudar a la familia a liberarse de su dolor, incluso compartiendo lecturas y visiones diferentes del pasado». I.O.