Koldo CAMPOS
Escritor

Paréntesis

Esta columna desde el que vengo hablando hace unos cuantos años de lo humano y lo divino, acostumbro a terminarla con la demanda de que toda la población vasca presa y dispersada vuelva a su pueblo. Más tarde, a esa cita sumé mi afecto por la «llibertat dels presos polítics» y más recientemente sumo a esos reclamos mi solidaridad con los jóvenes de Altsasu.

Hace casi cien años Valle-Inclán retrataba en “Luces de Bohemia” el «trágico esperpento de una España desgreñada y macilenta, de ladinos, guindillas y fantoches en la que las leyes reposan en carpetas de badana mugrienta» y en la que la autoridad es «un pollo chulapón de peinado reluciente» que se pasea y dicta: «Aquí no se protesta». Al paso que vamos, corro el riesgo de que la nota al margen y entre paréntesis con que termino siga creciendo y comprima la columna comiéndole los bordes grito a grito hasta que, tal vez, de mi columna apenas quede un párrafo, solo el título, pero como decía el escritor gallego, «mientras a eso llamen justicia los ricos canallas» y así yo escriba sobre el solsticio de invierno, las puestas de sol o las moscas cojoneras, seguiré insistiendo en que no habrá paz mientras el Estado siga secuestrando presos.

(Euskal presoak Euskal Herrira/ Llibertat presos polítics/ Altsasukoak aske)