Eva Lopez de Arroyabe
Parlamentaria de EH Bildu
KOLABORAZIOA

Regadío sí, no a cualquier precio

El sector primario alavés vive, una vez más, un momento de incertidumbre provocado por la negociación de la Política Agraria Común (PAC) que se está dando en Europa. Esta nueva incertidumbre debería servir para mirar al futuro con cautela y plantear un debate serio y sosegado sobre la hoja de ruta a seguir. En el sector somos conscientes de la necesidad de abordar ese debate, colocar el modelo actual sobre la mesa y, si es necesario, ponerlo en duda.

La pasada semana tuve la oportunidad de estar en Baviera con la Federación de Cooperativas Agrarias. Resultó ser un viaje interesante en el que comprobé que el objetivo de algunas de las cooperativas que visitamos era producir alimentos para consumir en un radio cercano y poder cumplir así con una labor social no sólo para con las personas asociadas sino también con la comunidad.

Pero vuelvo a casa y veo como la labor social del sector primario se empieza a poner en duda por diferentes razones. Pertenezco al sector y persigo el mayor un beneficio posible para la sociedad en la que vivo, pero no sólo desde el punto de vista económico, sino también desde el punto de vista social y medioambiental. Pero, hoy en día, esto así planteado parece una utopía porque no sabemos muy bien cuál es el camino a seguir.

Esta es la fotografía del sector primario alavés. Es un sector dependiente de las ayudas, atado a las pocas agroindustrias que controlan el mercado, con una tendencia a la comodidad –en tanto en cuanto las limosnas ayudan a cerrar una cuenta de explotación en verde–. En definitiva, un sector con necesidad de justificar la no producción de alimentos y abandonado ante la liberalización de los mercados con la pérdida de poder adquisitivo que esto supone sobre las materias primas.

Y aprovecho para dibujar la fotografía del futuro para que nos sirva de guía para saber a dónde vamos. En esa foto aparece la tierra, cada vez más infravalorada como tierra, pero cada vez más valiosa como forma de conseguir subvenciones. Debemos proteger la tierra porque se lo debemos a las siguientes generaciones, como la protegieron quienes nos precedieron. Debemos cuidarla, por encima de intereses propios. Y aquí aparece el regadío. Una vez más quiero aclarar que estoy a favor del regadío en el herrialde. Pero debe ser un regadío que garantice la diversificación en los cultivos y ofrezca alternativas a futuro, proporcionado y consensuado.

Entiendo que la desesperación de las personas que trabajan en el sector es cada vez mayor, pero debemos enfocar bien el problema. No vamos lo vamos a solucionar pidiendo agua barata. Esa no es nuestra solución. Además hay que tener en cuenta que la directiva Europea establece que hay que computar los gastos que genera el agua y eso podría suponer un coste inasumible. Basta ya, por tanto, de seguir reivindicando el agua barata como panacea porque no es la solución a nuestros problemas. El declive del sector no va unido al agua, sino a la falta de renovación. Por ello es urgente una apuesta política a medio y largo plazo.

Aquí aparece el embalse de Barrón: un despropósito más, que no el único. Este pantano está incluido en el proyecto de regadío iniciado hace 20 años. Aquel proyecto era necesario, pero ya ha caducado. Entonces ofrecía ciertas garantías, pero ahora incumple principios tan sencillos como respeto medioambiental y social. Carece además de algo imprescindible como es el análisis de viabilidad socioeconómica: porque el dinero público no puede servir para intereses propios, porque los proyectos hay que repensarlos para evitar que sean despropósitos sin arreglo. Ejemplos de despilfarros y de proyectos fallidos ya tenemos en nuestro territorio, como Noryeste donde se han enterrado 30 millones de euros.

Desde aquí quiero hacer un llamamiento a la cordura, a la responsabilidad política, pero también a la responsabilidad sectorial. Como sector no quisiera sobre mi conciencia un proyecto desmesurado, en mi beneficio y sin garantía de ser la solución a los problemas. Si queremos ser estratégicos, hagamos una alianza no sólo para producir alimentos, sino también para ir de la mano de la sociedad que será quien nos reconozca la labor medioambiental, social y económica que desde luego hacemos y sin la cual este herrialde no sería el mismo.

Desde aquí un no alto y claro al embalse de Barrón sin un debate amplio, serio y consensuado sobre hacia dónde queremos que vaya este sector y para qué.