Recrear en 22 minutos vidas y vivencias es todo un reto, más cuando estas forman parte de algo que por común pasa muchas veces desapercibido. Que una mujer de avanzada edad, madre de una familia numerosa, además de bregar con el día a día, esté preparada para hacer cuando sea el viaje de ida y vuelta a Puerto de Santa María, que lo haga con la mayor de las ilusiones sin adjudicarse más mérito que el de hacer lo que debe, o lo que es lo mismo: ‘no abandonar jamás’, es algo que en este país no ha dejado de ocurrir durante décadas y, sin embargo, en pocas ocasiones se ha puesto el foco sobre ese manto que aúna ternura, protección, dignidad y fuerza de madres, padres, abuelos, abuelas... llevado a la cruda realidad de la cárcel.

Ni la edad ni la salud son obstáculos para quienes están siempre dispuestos a extender esa capa impermeable a la resignación cuanto sea necesario. Por eso se llama “Azken arnasa arte. Gure nagusien duintasun eta kemenari gorazarrea” y, por eso, los protagonistas son quienes siguen haciendo de pilar de los suyos en una realidad tan difícil como la que representa la cárcel a lo largo de décadas de conflicto político en este país.

Dicen que a Ramoni, nombre ficticio en el documental y el mismo que en la vida real ha llevado durante 96 años, si le comentan lo duro que debe ser tener que hacer a su edad tantos kilómetros para ver a su hijo, ella respondía: «no, duro no, soy su madre; es lo que nos ha tocado y adelante». Es probable que la impotencia en más de una ocasión les haya arrebatado el llanto, que maldigan la ilegalidad, la venganza... pero su respuesta es siempre levantarse y seguir, una muestra de fuerza y de entrega que para los autores del documental es un legado digno de reconocer y de transmitir.

Rita Naveira y Koldo Celestino vuelven a estar al frente de la dirección de este proyecto audiovisual de Kukuluxetan Kultur Elkartea. Son ya unos cuantos los films con fines pedagógicos que han realizado en la asociación bilbaina. El último fue “Motxilaren umea”. La protagonista era una niña que crece con su madre en la cárcel, y a través de su historia construye el relato de cómo se gestiona el cariño y la crianza desde la lejanía, la separación, los viajes, la escuela... qué representa todo ello para los más pequeños. En aquel proyecto tuvieron a su lado a Joseba Martin. Esta vez «nos ha dejado tirados», bromean con media sonrisa, al referirse a la pérdida de alguien a quien sus miradas dicen echar mucho de menos.

El fondo de este corto de 22 minutos de duración es similar al del proyecto anterior. El objetivo es recrear cómo se afronta «una realidad muy dura» desde el punto de vista de los mayores a partir de situaciones ficticias perfectamente reales. «Esa fuerza que demuestran en circunstancias personales muy difíciles», es lo que les convierte en «un referente», explican los autores. En el corto, señala Rita Naveira, hay un momento crucial, cuando a la protagonista le dicen que no podrá viajar más bajo riesgo de acabar impedida para caminar. «Ella es consciente de lo que puede pasar pero saber que otra madre no podrá volver a ver a su hijo le lleva a emprender el viaje cueste lo que cueste», apunta. «Diría que la ternura envuelve muchos momentos de la historia, el sentido de la responsabilidad, de la protección, de la ayuda», comenta.

La fuerza que desencadena una muerte

“Azken arnasa arte” ha situado ante la cámara a personas que más que interpretar pueden recrear vivencias propias. Parte de los protagonistas viven o han vivido en primera persona lo que representa tener un hijo o hija no solo en prisión sino también alejada a cientos de kilómetros de casa. El orozkoarra Jose Angel Aramendi, que ya interpretó al aitite de “Motxilaren Umea”, es uno de los actores de esta historia, comparte cartel con la actriz Itziar Ituño; Leire Amarika, actriz amateur; y Ramoni Galdeano, hernaniarra que también vivió las consecuencias de lo que representa la privación de la libertad para los reclusos y sus familias.

“Azken Arnasa Arte” reúne retazos de las historias de José Ángel, en el cortometraje un padre que tiene a su hija presa en París, al que la salud todavía acompaña a la fuerza; Ramoni, una mujer de 96 años que tiene a su hijo en Puerto de Santa María, que aún puede viajar pero a la que los médicos ya han advertido que no podrá seguir haciéndolo si quiere conservar su movilidad; y una tercera madre, Lurdes, enferma de alzheimer, que lleva años sin poder visitar a su hijo. Su muerte, sin llegar a poder visitarle una última vez, es uno de los sucesos desencadenantes de parte de la historia.

La única actriz profesional es Itziar Ituño, que tiene una breve aparición junto a su madre en la vida real, Piedad Martínez. Tal y como resaltan Naveira y Celestino, ni ellos son profesionales ni la idea fue contar con profesionales delante de la cámara. «Una historia como esta se hace más con corazón que con otra cosa» y parte de la magia, de la autenticidad, está en los gestos, en la voz, en esas pequeñas cosas que hacen muy reales situaciones ficticias.

El cortometraje se estrenará esta tarde en Bilbo (Kafe Antzokia, 19.00) y el día 1o en Hernani (Biteri kultur etxea), los dos espacios en los que se ha grabado. Kurkuluxetan también ha invitado en esta ocasión a diversos agentes. Con arreglo al fin que persigue, reflejar y transmitir la realidad que han vivido y viven centenares de personas, serán jóvenes quienes darán forma a la presentación, que contará con la participación, entre otros, de bertsolaris, dantzaris y la actuación de las cantantes lapurtarras Juliett Alfonso y Pauline Junquet.

El cortometraje, grabado en euskara, en unos meses estará disponible subtitulado en castellano, inglés y catalán, y se dejará en manos del público en general de forma gratuita, al tiempo que se enviará a certámenes cinematográficos, según indicaron.