Natxo MATXIN

Waterpolo Navarra supera ya la década en la élite

Waterpolo Navarra encarará este fin de semana –se mide mañana al CN Barcelona- en Amaya a las 19.30 – su undécima temporada en la máxima categoría, desde que ascendiese de la mano del técnico Manel Silvestre, quien continúa llevando las riendas del equipo de manera ininterrumpida durante lo que ha sido más de una década. El secreto del éxito de la escuadra navarra para mantenerse entre los mejores radica en haber sabido sustituir a aquellos jugadores que han hecho las maletas, una vez alcanzado cierto nivel, por los brotes verdes que han ido surgiendo de la cantera, a la que se cuida con especial mimo.

«Ese intenso trabajo con las categorías inferiores ha permitido que la marcha de piezas importantes no sea tan traumática», corrobora Silvestre, a lo que hay que unir que la máxima competición estatal ha ido bajando de nivel a raíz de la última crisis, lo que también permite que no haya tanto desequilibrio entre clubes. Incluso la coyuntura económica obliga a ser imaginativos, pues «antes incorporábamos a jugadores contrastados que venían con sus familias y suponían un importante gasto, mientras que ahora fichamos a más jóvenes, que no cuestan tanto desembolso, por ejemplo en lo que se refiere a alojamientos», explica.

De hecho, para esta campaña se han realizado solo dos incorporaciones, frente a las cuatro bajas de importancia que ha tenido la plantilla. Así, han llegado los estadounidenses Nick Carniglia y Ben Stevenson, el primero de corte físico, «muy polivalente, pues puede jugar en varias posiciones», mientras que el segundo es «un super clase, muy listo, con gran visión de juego, hace jugar a los demás. Ambos suponen el complemento perfecto el uno del otro», analiza. Los dos huecos restantes en el plantel serán cubiertos con canteranos, como es el caso de Iker Jauregi y Alejandro Morales, de tal forma que habrá una plantilla más corta, lo que permitirá «más minutos a todos ellos y mejores números individuales».

Reto complicado

Como todo los años, el objetivo es lograr la permanencia, un «reto complicado», que se hace más difícil por la especial idiosincrasia del club, donde es prioritario que el equipo B se mantenga en categoría estatal, lo que obliga a que haya un flujo de jugadores en las dos direcciones, dependiendo de la situación clasificatoria. «Soy un entrenador realista y sé hasta dónde puedo estirar con los más jóvenes. Por eso, en partidos donde hay pocas opciones me gusta, y al público también, foguear a los chavales para que se sientan importantes jugando en División de Honor y para que no les pille de improviso cuando deban hacerlo de manera más continuada», declara.

«Está claro que siempre nos encontramos en la cuerda floja y que es posible que alguna temporada podamos descender, pero eso no tiene por qué ser algo traumático», contrapone Silvestre. El técnico catalán aventura que en esa lucha cerrada por mantener la categoría –desciende uno y disputa promoción otro– se van a encontrar con rivales como Echeyde o Concepción, «además de otros dos o tres conjuntos que, si tienen una mala racha, pueden también meterse en la pelea. Saber vivir ahí abajo no es fácil».

A diferencia de anteriores ejercicios, en esta ocasión Waterpolo Navarra ha tenido la posibilidad de medir su nivel de forma una semana antes del inicio liguero, disputando un torneo en Oporto, en el que ganaron dos encuentros y perdieron uno. La parte negativa de esa participación será la baja de Aitor Esteban, que sufrió un puñetazo, lo que supondra su ausencia de las piscinas «durante una o dos jornadas», avanzó Silvestre.

 

reivindican una instalación pública adecuada para la práctica deportiva

Waterpolo Navarra cuenta con una desventaja añadida respecto al resto de sus adversarios. Gran parte de su presupuesto se destina al alquiler de una piscina que cumpla con las medidas reglamentarias. «Más del cien por cien de las subvenciones se va en este concepto, luego hay que buscar dinero para los sueldos», denuncia Silvestre.

Descendiendo a ejemplos concretos, el entrenador enumera el caso de otros clubes que pagan 3.000 euros anuales por usar un vaso reglamentario público, «mientras que nosotros hemos llegado a destinar hasta 90.000 euros en ello. Con esa diferencia económica podríamos diseñar una plantilla que luchase por otros objetivos», reclama.

«Es una reivindicación que llevamos haciendo desde hace tiempo, la necesidad de una instalación pública para la práctica deportiva, con sus medidas adecuadas», concluye.N.M.