Agustín Goikoetxea
Periodista
IKUSMIRA

¡Menuda fiebre hotelera!

Complicado que se está poniendo enumerar los hoteles de los que dispone Bilbo, especialmente si añadimos aquellos en contrucción y proyectos en marcha. ¡Hagan la prueba! Al profano le auguro algún error. Al paso que vamos, superará a la lista de reyes visigodos, un tópico de la historia de la educación de siglos pasados en el Estado español. Y son una treintena.

Entre anuncios de macroeventos de relumbrón internacional, presentación de infraestructuras con nombre inglés y posados sinfín de cargos institucionales, no hay mes en que no se informe de la apertura de un nuevo establecimiento hotelero. Hace ya tiempo que en los titulares de los medios de comunicación ha adquirido transcendencia todo lo que tiene que ver con el modelo de ciudad vinculada al turismo y los servicios.

Una de las consecuencias del «efecto Guggenheim» ha sido el desembarco de multinacionales de moda y las cadenas hoteleras, y con ellas, se ha incrementado la especulación inmobiliaria que nunca se fue del centro de Bilbo. De construir edificios de oficinas se pasó a solicitar a los responsables municipales que permitiesen el cambio de uso de terciario a residencial.

De una Gran Vía repleta de oficinas y bancos se dio el salto a la “milla de oro’’ en la que las grandes marcas de moda querían su espacio. Ese tiempo se lo llevó la crisis. Oficinas sobran y a los adinerados no les mola comprar un bolso de 60.000 euros en el Botxo, es más ‘‘chic’’ hacerlo en Londrés, Milan o Nueva York. Ahora llegan los fondos buitres a especular con edificios enteros para habilitar hoteles mientras a los comunes de los mortales ni se nos consulta.