Floren Aoiz
@elomendia
JO PUNTUA

La derecha autoritaria y la gestión del malestar

Sí, alguna vez un pobre utiliza fraudulentamente las ayudas sociales, sí, en algún caso una mujer acosa a un hombre, sí, pero por cada vez que eso ocurre, los ricos expolian lo público y los hombres acosan a las mujeres en millones y millones de ocasiones. Son unos pocos poderosos los que engordan a costa de los bienes públicos y la violencia machista es la forma más brutal de un problema estructural de nuestras sociedades, pero hay mucho interés en invisibilizar las reglas generales y poner el foco en las excepciones porque la gestión de la frustración y el malestar es uno de los vectores de la disputa política en nuestros tiempos y la derecha autoritaria es muy hábil en este terreno.

Se trata de buscar chivos expiatorios, evitando así que se escarbe en las razones de esa frustración y ese malestar. Esta derecha no es anticapitalista, como no lo era el fascismo de la primera mitad del siglo XX, pero –como a aquel– a veces le interesa parecer que lo es, especialmente cuando amplias capas de la población perciben el capitalismo como una catástrofe. Si la derecha autoritaria europea del siglo XXI escenifica una denuncia de la globalización es porque sabe que esa nave está haciendo aguas y pretende rentabilizar el malestar mediante fórmulas que no cuestionen la primacía del Capital. En realidad es más turbocapitalismo que anticapitalismo, por eso propone aflojar la presión fiscal sobre los ricos y liberalizar aún más las relaciones laborales, pero es capaz de adoptar una pose de rebeldía y construir marcos interpretativos en los que gran parte de la izquierda aparece como defensora del sistema en crisis.

Hace unos años que esto viene ocurriendo, pero lo que antes era viento cada día se parece más a un huracán. Estamos ante un profundo cambio del clima político y más nos vale prepararnos para afrontar este reto, porque estamos ya metidos de lleno en el campo de batalla.