Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «La casa del reloj en la pared»

Otro niño aprendiz de mago y una mansión encantada

Sé que antes de ver la película comenté que a Tarantino le gusta tener como amigos a colegas de profesión que no le pueden hacer sombra, como Robert Rodriguez o Eli Roth. Una vez visionada “La casa del reloj en la pared” no puedo sino ratificarme en mi muy subjetiva apreciación, porque esta vez el cineasta de terror ha dispuesto de todos los medios a su alcance en un subgénero que le es de sobra conocido. Y ni por esas, aunque me preocupa su posible esquizofrenia mental, ya que en el mismo año ha hecho un remake hiperviolento del clásico fascistoide de Charles Bronson “El justiciero” y esta inofensiva comedia mágica para el público familiar, pasando de la pura estética sangrienta al cine más blanco imaginable, con la falta de solvencia como único común denominador.

Es una pena que se haya desperdiciado el brillante y suntuoso diseño de producción a cargo de John Hutman, que exprime al detalle los decorados góticos en interiores y la ambientación de los años 50 en exteriores. Por lo menos justifica los 42 millones de dólares invertidos, al igual que la rápida recuperación y superación de dicha cantidad en la taquilla internacional. Pero para el espectador que ya tiene una edad, el producto final no hace honor al ochentero logo de Amblin que luce en los créditos, pues le falta la emoción que desbordaban las aventuras infantiles del sello de Spielberg.

Y no responde a tan reconocibles señas de identidad porque su trío estelar no funciona, y el único que parece divertirse con la historia es Jack Black, si bien repitiendo su papel del escritor fantástico R.L. Stine de “Pesadillas” (2015). A Cate Blanchett se la ve fuera de sitio, como si sobrara, y el actor infantil Owen Vaccaro está mal dirigido. Tampoco el despliegue misterioso que le envuelve alcanza las cotas cuaronianas del “Harry Potter y el prisionero de Azkaban” (2004), con lo que este otro aprendiz de mago no va a pasar al imaginario de la niñez.