Raimundo Fitero
DE REOJO

A colación

La historia actual que nos retratan los medios audiovisuales globalizados es un trampantojo de una página menor de cualquier historiador romántico referido a las guerras colonialistas africanas. Se mire de cerca con lupa o a lo lejos con catalejo, no se puede distinguir entre bacterias y virus. Entre causa y efecto. Entre realidad y ficción. Está todo muy mezclado y no se puede discriminar cabalmente las puñetas de las piruletas. Los créditos de los cerditos. Estamos condenados a que los titulares diarios mundiales se llenen de Trump y los estatales de los trumpitos más tontos en excitación multi orgánica. 

Esto viene a colación porque de madrugada en una canal al fondo de mi mando a distancia, he podido disfrutar de un reportaje sobre los medios de comunicación, su deterioro, su influencia y su futuro. Y parece que estamos en un punto de ruptura importante con el pasado, pero sin haberse asentado de manera contundente el futuro o el presente indicativo. No se tienen seguridades absolutas sobre la migración de lo analógico o a lo digital, con el papel de los periódicos en papel, con tinta que huele, cumpliendo una función casi de élite y que no se acaba de ver con nitidez si esa clientela es conservadora o vanguardista, si responde a un hábito o una defensa de otro tiempo más lento para informarse. 

Lo que parece evidente es que se puede mentir de igual manera sobre papel, que en la web. Lo que sucede es que en internet se expande de una manera incontrolada, se manipula de manera más rápida y sin las suficientes cortapisas de verificación. O se verifican para matizar mejor la mentira y calar más hondo en los peor informados. ¿Cómo se medirá lo de peor o mejor informados? Todo parece tan subjetivo y relativo, que crece el cinismo como arma preventiva. Y,  en general, somos más vulnerables que nunca.