Los accionistas del Eibar están convocados a la Junta General que acogerá esta tarde (19.00) el Teatro Coliseo. Junta Ordinaria, aunque la cita tenga poco de corriente. Porque el punto estrella de la tarde se refiere, muy por encima de las cuentas, a la Ciudad Deportiva.

Será la mayor inversión en la historia del club, ascendiendo a 16 millones de euros en el mejor de los casos. También la que más controversia ha generado entre la masa social. No tanto por la necesidad de la infraestructura que, si no de forma unánime, sí es defendida por una buena parte de la familia azulgrana, sino como por su ubicación. Y es que, como es lógico, los accionistas, al menos los eibarreses, en cuyas manos está la mayoría de las acciones de la entidad, quieren que las instalaciones se construyan en Eibar. Y es posible hacerlo aunque, si se excluyen los motivos sentimentales del argumentario, no parece la mejor opción.

Tras recorrer cada metro cuadrado de la localidad e ir descartando ubicaciones por diferentes motivos –precio, orografía, dimensiones, impedimientos legales...–, el único emplazamiento que puede aspirar a acoger la futura Ciudad Deportiva está en Azitain. Su principal problema es que no cumple con los requisitos mínimos planteados por los técnicos del Eibar para la infraestructura.

Sí lo haría de construirse en el alto de Areitio. La ubicación mallabitarra permite reducir los costes del proyecto (16 millones frente a 18’2), que en este caso sí incluiría los cuatro campos planteados por los técnicos (2 para el primer equipo y otros 2 para el fútbol base). Tendría, además, posibilidades de ampliación futura para alcanzar los cinco terrenos de juego. Y el plazo de la ejecución de la obra no es sólo menor (18 meses frente a 20), sino que además sus características permiten ir utilizando los equipamientos según se van construyendo sin tener que esperar a la finalización total de la obra, cosa que no sucedería en Azitain.

Los «peros»

No todo son ventajas, claro. En el emplazamiento vizcaino, la Ciudad Deportiva colindaría con un vertedero, con las afecciones –calidad del aire, ruido, olores– que ello conlleva. Y, sobre todo, estaría fuera de Eibar. La diferencia en coche es casi imperceptible –poco más de diez minutos desde la plaza de Untzaga a cualquiera de los dos emplazamientos– tras la construcción de la variante de Ermua, pero mientras a Areitio sólo se puede acudir en vehículo, público o privado, a Azitain, aunque sea un largo paseo, también puede llegarse a pie.

A cambio, la ubicación eibarresa presenta unos cuantos «peros» respecto a su competidora. Empezando por el precio, pese a que la semana pasada se alcanzaba un nuevo acuerdo con los propietarios de los terrenos abaratando su coste a la mitad, y, sobre todo, las dimensiones del solar. 15.000 metros cuadrados menos que reducirían las infraestructuras a sólo tres campos y uno de ellos ni siquiera tendría las medidas reglamentarias. Además su ubicación, muy sombría, dificultaría el mantenimiento de los terrenos. Domingo Merino, el reconocido experto en céspedes consultado por el club, explicaba la semana pasada en una reunión con accionistas que, debido a las pocas horas de sol que recibiría la hierba en Azitain, el coste de mantenimiento sería mucho más alto –habría que comprar lámparas como las que se utilizan en Ipurua– y, aún con esa inversión extra, sería casi imposible mantenerla en buenas condiciones.

Analizados todos esos datos, el Consejo de Administración del club ha apostado claramente por la opción de Areitio, incluso tras la rebaja en el precio de Azitain. Algunas voces ilustres de la familia eibarresa han mostrado también su respaldo a este proyecto, a lo que hay que añadir las labores de «captación» que realizan siempre los dirigentes en estos casos. Pero no son pocas las voces que se han alzado en favor de Azitain. El peso de unos y otros en acciones se verá esta noche.