Aritz Intxusta
Periodista
IKUSMIRA

El prepucio de Cristo

Ha dicho la Confederación Católica de Padres, la Concapa, que introducir la educación sexual en las escuelas navarra supone «adoctrinar». Los católicos se quejan de que profesionales de la enseñanza expliquen qué es el sexo a los niños, porque vulnera su derecho de enseñar a sus hijos la sexualidad que quieran. UPN y PP ya les bailan el agua. Y yo –por no ponerme amargo hablando de Diego Yllanes, el machismo y tal– prefiero explicar qué dice la religión católica sobre el prepucio de su Dios hecho hombre (pensar que Dios es mujer sigue siendo herejía).

No fue hasta el Concilio Vaticano II cuando la Iglesia renunció a festejar la circuncisión de Jesús. Al pellejo, como tal, se le rindió culto hasta inicios del siglo XIX. Al término de la II Guerra Mundial, hubo un intento de recuperar la importancia de la reliquia, pero fracasó. Fue un intento interesado e impulsado por los templos y ciudades que aseguraban tenerlo en su poder. Entre ellos: Roma, Le-Puy-en-Velay, Besançon, Metz, Hildesheim, Calcata y la catedral de Santiago de Compostela.

También se dice que Carlomagno hizo entrega de la reliquia a la Abadía de Charroux y que el rey había obtenido el objeto bien de mano de Irene de Bizancio el día de su boda o por intermediación de un ángel. Por su parte, en Amberes estaban tan seguros de poseer el prepucio original que se creó una orden de caballería para protegerlo.

También hay quien sostiene que ascendió a los cielos. En “De Praeputio Domini Nostri Jesu Christi Diatriba”, León Alacio sostiene que se convirtió en el anillo de Saturno. Figúrense el tamaño que atribuía al pene del nazareno.