Agustín GOIKOETXEA
BILBO
JUICIO POR LA MUERTE DE IñIGO CABACAS

La defensa renuncia al testimonio de ertzainas que no vieron los incidentes

Dos jornadas de toma de declaración a una quincena de ertzainas han sido suficientes para que la defensa de la mayor parte de los acusados renuncie a testigos que deberían avalar que en el callejón donde cayó herido de muerte Iñigo Cabacas había incidentes. Solo compañeros de sus furgonetas defienden, entre contradicciones, esa tesis cada vez más débil.

No ha sido una buena semana para la defensa de los dos suboficiales y tres agentes que, junto a un oficial jubilado, están acusados de homicidio por imprudencia grave profesional a raíz de la muerte de Iñigo Cabacas. Sus primeros testigos, unos jóvenes implicados en una pelea, negaron la tesis de que en el callejón de María Díaz de Haro había incidentes provocados por «encapuchados»; al contrario al pedir auxilio a ertzainas, les dispararon sin más. Después, el testimonio de una quincena de policías autonómicos, entre contradicciones, ha desmontado el argumentó de que junto a la herriko taberna de Indautxu se estaban produciendo altercados y por eso, intervinieron.

Por esa razón, una de las defensas renunció ayer a que el lunes –cuando no habrá juicio finalmente– declaren nuevos ocupantes de las furgonetas F1 y F6 que vienen defendiendo en su mayoría que cuando transitaron por el lugar no vieron más que gente festejando la victoria del Athletic ante el Schalke 04. Ellos tuvieron que repeler otros incidentes, ajenos a los del callejón, en la confluencia de Licenciado Poza con María Díaz de Haro.

Fue lo que expusieron ayer los agentes 10538 y 9546 que ocupaban la F1 y F6, respectivamente. A la dotación del primero les ordenó «Ugarteko» acudir desde la Plaza Corazón de María, en San Francisco, a Indautxu al ser alertados de una pelea en la plaza de la herriko, pero al pasar lentamente no vieron nada, al contrario que unos metros más arriba, en el cruce con Licenciado Poza, donde «unos chavales estaban lanzado objetos».

Apoyaron la detención de un joven por parte de la patrulla con indicativo 032, sin disparar, y luego se apostó con su escudo en «una zona de chaflán», «clavados como chinchetas» hasta que un superior de paisano –que el agente 9546 identificó luego como subjefe de la comisaría de Deustu– les ordenó retirarse. Al de un rato, recordó, oyó «muchísimos disparos, parecía la mascletá» que provenía del callejón.

La presidenta del tribunal, Reyes Goenaga, le interpeló por la razón de no acudir en auxilio de sus compañeros. El ertzaina 9546 –que conducía la F6– escuchó también detonaciones, «algunas podían ser salvas», aventuró en su declaración, y llegó a ver una ambulancia abandonar el callejón, aunque no se acercaron a pesar de encontrarse a escasos metros.

Ambos testimonios –declararon en tercer y cuarto lugar– nada tuvieron que ver con los de los ocupantes de las furgonetas F12, F13 y F14 apostadas frente a la plaza de la herriko taberna. En la primera viajaba el oficial acusado, Juan José de Pablo número profesional 3389, quien, según los agentes 8410 y F98C2, se limitó a ordenarles que se pusieran el equipo antidisturbios, no hubo más.

Ese segundo policía añadió que escuchó por radio a «Ugarteko» el mandato de que «entrásemos con todo» para acabar con los supuestos altercados. Al ser interpelado por la letrada de la familia Cabacas Liceranzu, Jone Goirizelaia, manifestó que entendía que «querría decir que con el material antidisturbios que portábamos». De la furgoneta descendieron dos compañeros con escopeta y una tercera –la agente 7422, que declaró el miércoles– no lo hizo al no estar habituada al empleo del arma por estar destinada en la radio de la comisaría.

F98C2 estuvo en el callejón, de donde afirmó que les arrojaban «botellas, ceniceros y de todo en cantidad» pero no vio a las personas que pedían auxilio, brazos en alto, porque había un herido grave. Sí vio a Iñigo Cabacas en el suelo junto al oficial y suboficiales.

Otro ocupante de la F12, el ertzaina 9418, añadió que De Pablo les dijo que se quedaran en el interior. No lo hizo el policía 8101, al que la abogada de la acusación particular pidió «educación» y Goenaga «tranquilidad» al responder, que salió por su cuenta y porra en mano sin escudo, llegando hasta el túnel del callejón, donde se encontró solo. Luego, retrocedió.

Con «30 años de servicio», defendió que era capaz de distinguir salvas de disparos de pelota y que la mayoría de detonaciones fueron salvas. «Casi siempre disparamos con salvas señoría, es difícil encajar la pelota», explicó a la magistrada.

Ese agente fue también el que coincidió con otro que descendía «en diagonal» desde Pozas, algo que niegan los destinados en ese emplazamiento. «Tenía que ser de otra furgoneta cerca del cruce de Pozas» porque iba vestido de azul y los agentes de los otros dos vehículos estacionados frente al callejón vestían de rojo, tal y como les habían ordenado. Todos los testigos de esos vehículos coinciden en que, en Pozas, había incidentes.

En la F14, al mando del suboficial Kepa Muriel Cano, iba el agente 9181, que hizo binomio con otro acusado, José Ignacio Moure, que llevaba escopeta como otros dos policías identificados como Edu e Iñaki. En un momento dejó a su compañero y fue a «disolver» a personas que les arrojaban petardos. No oyó al suboficial ordenar cargar ni tampoco vio pelotas. Reconoció que vio a Cabacas herido, una chica que le auxiliaba y solicitó una ambulancia.

En la F13, a las órdenes del suboficial Tomás González Corral, iba el agente 11302, que no oyó que ese mando también acusado como Muriel Cano les diese instrucciones para disparar hacia el callejón.

 

Cabacas muestra su enfado por la actitud que mantiene Lakua

A la conclusión de la séptima sesión del juicio por la muerte de su hijo que se sigue en la Audiencia de Bizkaia, Manu Cabacas no pudo ocultar su enfado por la actitud que mantienen los abogados de Lakua. Dijo que se sienten «muy dolidos» al comprobar que letradas a las órdenes del Ejecutivo no ocultan su cercanía en los pasillos con los de las defensas de los ertzainas acusados, con el agravante de que el miércoles una testigo, la agente 7422, admitió que se reunió con mandos de la Policía autonómica y abogados del Gobierno para preparar su declaración en la instrucción.

Cabacas recordó que la consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia, en un «papel dramático», les manifestó en su día que sentía lo que había sucedido aquel 5 de octubre de 2012 y que les iba a ayudar a que se esclareciera lo sucedido. El padre de Iñigo Cabacas acusó a los responsables gubernamentales de «hacer lo contrario». Lo consideró «incomprensible» después de las palabras escuchadas de boca de Beltrán de Heredia y no ocultó que están «muy enfadados».

«Se intenta poner trabas a la verdad», denunció. «¿Dónde está la ayuda para lograr que se esclarezca lo sucedido, la ayuda a que se haga justicia?», insistió Manu Cabacas dolido por lo que cada día ve en los pasillos del Palacio de Justicia de Bilbo. «No digas que vas a colaborar y luego nos la metes», le espetó a la consejera de Seguridad. «No están colaborando, están obstaculizando. Se ve, lo reconoció la ertzaina. Es muy grave», subrayó.

«Dijeron que no iban a tener reparo en colaborar y lo que están haciendo es reírse. Nos están haciendo trampa», añadió.

Ayer, por segunda sesión consecutiva, la letrada de la acusación particular, Jone Goirizelaia, pidió que los agentes que comparecen como testigos no mantengan contacto al salir después de declarar con otros compañeros que esperan. El miércoles, llegó a preguntar a los ertzainas si habían preparado la testifical.A.G