ALESANDER ELOSEGI MENDIZABAL
Médico jubilado del Servicio de Nefrología del Hospital Donostia
GUTUNAK

Algunas preguntas a Elena Montero

En relación al juicio que se está celebrando estos días sobre la muerte de Iñigo Cabacas como consecuencia de un pelotazo de la Ertzaintza, querría hacerle a usted algunas preguntas y, al mismo tiempo, plantear algunas reflexiones sobre este tema.

Parece que usted era directora de Arkauti cuando Iñigo fue muerto; según usted, en esa época, había instrucciones para que los disparos de pelotas de goma por parte de la Ertzaintza se hiciesen a más de 25 metros, sin apuntar y por medio de un mecanismo de rebote de la pelota, todo ello para minimizar los riesgos para la víctima del pelotazo. Mis primeras preguntas se refieren a si usted era también directora cuando Rosa Zarra murió por un pelotazo de la Ertzaintza o cuando se produjeron lesiones graves, como la pérdida de un ojo, en otras personas por el mismo motivo; tanto si era directora como si no, me gustaría saber si ese protocolo para los disparos de las pelotas estaba ya vigente o su implementación fue posterior a dichos hechos. Lo que sí parece evidente es que los dos fallecidos y los heridos graves lo fueron por pelotazos directos.

Otra pregunta es si le parece a usted admisible que subordinados suyos se atrevan a decir en un juicio que no conocían los riesgos de los lanzamientos de pelota, teniendo en cuenta los precedentes antes comentados y conocidos por todos.

En el caso de Rosa Zarra, y de ello se puede hablar mucho, me puede contestar usted que no quedó probado que la causa de la muerte fuese el pelotazo; yo a ello le contesto que es una infamia que no se reconozcan los hechos reales, o sea, que el pelotazo mató a dicha persona; cualquier médico del hospital Donostia, del cual Rosa era paciente, sabía que ella había muerto por el pelotazo; eso sí, es cierto que ni el Servicio de Nefrología (en concreto, Rosa Zarra era una trasplantada renal) como tal, ni la dirección del hospital de entonces dijeron nada al respecto, por cobardía y/o por sesgo ideológico.

Para terminar, quería comentarle a usted y a todos aquellos que detentan el poder actual que un cuerpo de seguridad no se puede hacer respetable por parte de la sociedad mientras no reconozca sus errores (a veces, es algo bastante más grave que un simple error) y mientras siga actuando con impunidad.