Raimundo Fitero
DE REOJO

Puntuales

Hace poco pasaron todas las películas de Torrente. Las vi a ratos, alguna casi entera, volví a sentir la sensación de estar ante uno de los documentos históricos más importantes del reino de España. Berlanga nos dejó retratado el franquismo y el postfranquismo primario, pero Torrente se emparenta con el desarrollo inmobiliario, la entrada del euro y la ascensión de los más grandes trileros políticos de la banda de Aznar y Casado, con el trámite de Mariano, registrador de mentiras.

Cada vez que aparece una pequeña muestra de las horas grabadas por el súper premiado por los partidos de la alternancia, comisario Villarejo, se comprueba que la corrupción es absoluta, una monarquía fallida, un estrado putrefacto, una injusticia campante, una pamema seudo democrática. Hay casos y casos, saldrán otros audios de otros partidos, pero lo que estamos escuchando estos días es de lo más evidente y fuerte que se intuía. Cospedal y su esposo (¿qué pintaba ahí?) en la sede de Génova, en su despacho de secretaria general de la banda, hablan con Villarejo y le preguntan si puede hacer “trabajos puntuales”. El tono es distendido, las propuestas no es que sean indecentes, es que son delitos, y algunos graves. Probablemente habrán prescrito, pero demuestran que hay una trama golpista, desestabilizadora, con demasiadas ramificaciones y el comisario de la voz de corredor de apuestas de Chicago, ha estado en todo, y cobrando cantidades desorbitadas de todos. ¿Quiénes le han pagado? En esa cinta se dice que le pagarán. Como se escucha que lo que desea Cospedal es que se retrase el proceso. O sea, ¿puede aguantarse más que esta banda siga siendo considerado un partido político legal y no una banda de delincuentes, por lo que debería estar prohibido y sus dirigentes en el talego? Por trabajos puntuales.