Amaia U. LASAGABASTER
Derbi en Ipurua

La ambición tuvo premio

El Eibar se reencontró con el triunfo a costa de un Alavés que marcó pronto, se quedó con diez en el 25 –también los armeros en la segunda parte– y no pudo aguantar el acoso local.

EIBAR 2

ALAVÉS 1

 

Ocasiones, polémicas, expulsiones, remontada, VAR, balones a la madera, un ritmo extenuante, emoción, gol en el descuento... No faltó de nada en el último derbi de la temporada en Ipurua, que fue también el más apasionante de los tres. Lo fue para el espectador neutral, que pudo disfrutar con un encuentro intensísimo que no se resolvió hasta el descenso y lo disfrutó aún más el aficionado eibarrés, que pudo celebrar la victoria de su equipo tras noventa minutos de alta tensión.

El premio fue para el que más lo necesitaba. Un Eibar que llegaba a la cita con la clasificación apretando –apenas dos puntos de ventaja sobre el descenso– y la moral tocada tras sus dos últimos compromisos, ante Celta y Sporting, que no sólo se habían saldado con sendas derrotas, sino que además habían generado muchas dudas por la mala imagen del equipo. Pero el premio también fue para la ambición. No tanto porque los azulgranas reaccionaran al tanto del Alavés, no les quedaba otra, y ni siquiera porque el partido se desarrollara casi siempre en la parcela visitante, comprensible tras la expulsión de Duarte y con ventaja blanquiazul en el marcador, sino sobre todo por lo que sucedió en los últimos viente minutos cuando, con el marcador y los equipos ya equilibrados por el gol de Jordán y la expulsión de De Blasis, el Eibar siguió apostando de forma más decidida que su rival por la victoria. Su rival volvía a tener la opción de salir a la contra, algo a lo que prácticamente había renunciando hasta entonces, pero incluso con el cansancio multiplicando huecos y peligro, José Luis Mendilibar prefirió utilizar su último cambio para buscar el triunfo refrescando el ataque, en lugar de reforzar el centro del campo para intentar mantener un punto que tampoco habría sido malo. Locura o valentía, el desenlace del encuentro acabó dando la razón al entrenador zaldibartarra.

El partido había empezado con novedades –sólo Diop, que había jugado 45 minutos el jueves, repitió del once de Gijón–, entre las que destacaba el regreso de Dmitrovic y Escalante tras, respectivamente, tres y cinco partidos fuera del equipo por lesión. Novedades en la alineación y en el dibujo, con tres mediocentros y un delantero, pero no tanto, lamentablemente para los eibarreses, en el desarrollo inicial del choque. Como en Balaídos una semana antes, el rival entró mejor al campo. Lo demostró antes de cumplirse el minuto con un centro al área que Borja Bastón, sin oposición, remató fuera; y lo confirmó en el cuatro, con una falta directa de Jony que rozó el flequillo de manu antes de entrar. El árbitro lo anuló por fuera de juego pero, visita al VAR mediante, acabó dándolo por bueno.

Escenario ideal para el Alavés, similar al infierno para un Eibar que, con toda la carga que traía en la mochila se veía en la necesidad de remontar a un rival que no acostumbra a conceder facilidades. Pero los armeros cumplieron con lo que les tocaba. Tan bien, que consiguieron agobiar a un Alavés apenas capaz de salir a la contra y que se llevó un primer golpe en el minuto 24. Duarte derribó a Jordán cuando se dirigía al área y lo que en un principio fue penalti acabó, de nuevo tras consulta al VAR, acabó con una falta en la frontal, que Orellana estrelló en la cruceta, y la expulsión del futbolista almeriense.

Ya no había dudas. Al Alavés –que sacrificó a Borja Bastón, despedido con aplausos por la que fuera su ovación, para dar entrada a Vigaray– le tocaba pertrecharse atrás y a su anfitrión intentarlo por todos los medios. Y así fue. Aunque entre la expulsión, el cambio y la lesión de Pina, que obligó a Abelardo a realizar su segunda sustitución recién cumplida la media hora, el partido se paró un tanto. Pero en los minutos previos al descanso, los azulgranas volvieron a apretar. Mendilibar metió más madera con la entrada de Charles para que Kike no se sintiera tan solo en el área gasteiztarra. Se multiplicaron las ocasiones –dos balones consecutivos al palo de Peña incluidos– pero no llegó el gol.

La dinámica se mantuvo tras el descanso. El Alavés esperaba pero el Eibar no desesperaba. Ni siquiera cuando recibió el segundo mazazo, con la roja directa –tercera intervención del VAR– por un pisotón por detrás a Vigaray. Mendilibar volvió a retocar el equipo, dando toda la banda izquierda a Cucurella y el gol nació precisamente de las botas del catalán, que tumbó a Ibai para centrar atrás y que Jordán anotara el empate.

Quedaban veinte minutos, el cansancio llamaba a la puerta con insistencia, y el Alavés tenía ahora motivos para salir de la cueva. Lo hizo con cuentagotas pero con peligro –Dmitrovic, casi inédito hasta entonces, tuvo que lucirse ante Jony– pero los azulgranas ni contemplaron la opción del miedo. Y el intercambio de golpes final acabó recompensando su tesón, aunque tuvo que esperar hasta el 91 para que Diop cabeceara el córner del triunfo. Todavía pudo marcar el Alavés pero esta vez la magia del descuento fue para su rival.