Joseba VIVANCO
Fútbol internacional

Se viene la superfinal

River-Boca dirimen mañana en el Monumental el duelo de vuelta de la Copa Libertadores (2-2), mucho más que un partido de fútbol.

«¿Te acordás, Adolfo, lo que fue aquel jueves 26 de mayo de 1938? Se cumplía nuestro sueño: íbamos a jugar en el partido inaugural del gran estadio de cemento, en Núñez, en el que podían caber –según los diarios– 150.000 personas. Y creo que las contuvo ese día. El aspecto de las tribunas era cosa jamás vista en el país». Así recordaba José Manuel Moreno, delantero integrante de la histórica ‘Máquina’ de River, el estreno de aquella mole junto al gran Adolfo Pedernera, uno de los mejores futbolistas de la historia del fútbol argentino. El estadio Monumental de River Plate, escenario y marco de la final de la Copa Libertadores sudamericana, el partido de vuelta, el todo o nada, el no va más, el cielo o el infierno condensados en 90 minutos, la vida eterna o la condena al inframundo, donde el miedo a perder puede más que la ilusión por ganar. River y Boca, 2-2 en la ida, se ven las caras este sábado, 21.00 horas, el fútbol del potrero, el fútbol de cuando el fútbol era fútbol y no merchandising, el fútbol en vena, una finalísima de barrio para un campeón continental.

Las agujas del reloj se aceleran. Los corazones de ‘millonarios’ y ‘xeneizes’ galopan a lomos de una montaña rusa de emociones, sentimientos, miedos, zozobras, deseando que llegue el gran día y a la vez temiendo su desenlace. Argentina es uno de los países más futboleros del planeta, pero además, muchos argentinos están aquejados por un mal que afecta mayoritariamente a hombres de entre 50 y 60 años con problemas cardiovasculares y cerebrovasculares. Ese mal no es otro que ‘el estrés del hincha’, ese «nerviosismo y esa ansiedad que se tiene antes y durante el partido» y que «tiene que ver con las expectativas del aficionado y lo que se juega emocionalmente», detalla a EFE la doctora Gabriela Ferretti.

El escritor y futbolero uruguayo Eduardo Galeano escribía: «Aviso a los fanáticos, advertencia a los violentos: aléjense de este libro –‘‘El Superclasico: Boca-River: Historia Y Secretos de Una Pasión’’ (2005)–. En estas páginas se cuenta la historia de un largo duelo que se inicia en la ribera del Riachuelo. Desde hace un siglo ese duelo parte en dos la ciudad de Buenos Aires. El Dios de una mitad, es el Diablo de la otra mitad y viceversa. Quienes confirman su amor a un club por el odio al otro se sentirán defraudados: esta historia revela que, en el fondo, se trata de un juego de espejos».

Sin favorito

Gestados en el mismo barrio porteño, a pocas cuadras de distancia, en los albores del siglo XX cuando la pelota vasca o las peleas de gallos que entretenían la sacrificada vida del estibador portuario y el trabajador del carbón dejaron paso al balón. Y como refería el reputado profesor de Educación Física francés Pierre Parbelas, «sin competición no hay deporte». Y entre Boca y River la hubo, la ha habido y la hay. Y décadas y clásicos después se ven cara a cara por primera vez en una Libertadores, la cima, a doble partido, sin hinchas propios en el campo del rival por razones que no hay que explicar. En la Bombonera primero, «donde trepidan tambores de hace medio siglo», en palabras del propio Galeano. Este sábado, en el Monumental.

Espadas en alto tras la ida, dos goles por bando, dos puntadas sin hilo, dos heridas que sangran, pero sin favorito porque «no corre» el gol visitante. Ignacio Fusco lo describe de manera cinematográfica en la revista ‘‘Un Caño’’: «River es el mejor equipo de la Copa Libertadores y Boca es un boxeador hecho en Hollywood, ese héroe todo sudado pero hermoso al que lo tienen contra las cuerdas y le dan, le dan, le dan, hasta que –de repente– la música cambia y él activa su mano decisiva y letal».

Balompié sin filigranas ni caños, fútbol de antaño, bravo y espartano, hiperbólico, River-Boca, como una de esas historietas de Frank Miller, pura épica. 822 periodistas de 22 países diferentes están acreditados para el clásico entre enemigos íntimos, no habrá paz para el perdedor, no habrá mosaicos en la grada pero sí 66.000 gargantas y una sola alma –«le tiraremos el Monumental encima», avisa la localía franjirroja–, 66.000 privilegiados. Se viene la superfinal, si crees que es solo fútbol no lo veas. Un River-Boca. No más.

FUTBOL PARTIDA BAINO ASKOZ GEHIAGO

River-Boca, Buenos Aireseko, Argentinako, eta esan liteke mundu osoko bi futbol talde ezagunenetakoak elkarren aurka neurtuko dira bihar gauean (21.00etan Euskal Herrian) Libertadores Koparen finaleko itzulerako partidan. Baina argi dago biharkoa futbol norgehiagoka hutsa baino askoz gehiago dela. Argentina bezalako herrialde futbolzale bat bitan zatitzen duen lehia da biharkoa, hil ala bizikoa, izan ere, irabazteak jarraitzaile askori lasai hiltzeko patxada emango baitie eta galtzeak, aldiz, bere biziko minik handiena.