Ramón SOLA
OBITUARIO

Una vida tras un hijo, una tarea por acabar

Cuerpo menudo pero espíritu grande, puro nervio navarro, la madre de José Miguel Etxeberria Naparra, Celes Álvarez, falleció ayer tras 38 años marcados por un objetivo: esclarecer la desaparición de su hijo, militante de los Comandos Autónomos Anticapitalistas, y hallar sus restos. Ocurre justo cuando se espera lograr una nueva operación de búsqueda en Las Landas tras el intento frustrado de abril de 2017.

Fue el último revés para esta mujer indomable al que la rabia y el cariño se le escapaban por todos los poros y que tocó todas las puertas, incluidas las de la ONU en 2014. Hace doce años murió también su marido, Patxi Etxeberria, y el testigo pasa ahora a otra generación representada por Eneko, hermano de José Miguel (en la foto junto a ella).

El vídeo remitido aquel año a la Comisión de Desapariciones Forzadas de la ONU refleja el sufrimiento de Celes Álvarez, pero también su firme determinación. En él agradece a Naciones Unidas que estuvieran «atendiendo y escuchando» a la familia, tras la iniciativa del colectivo Egiari Zor, y deseaba que «las recomendaciones que habéis dirigido al Gobierno francés y español no caigan en saco roto». El caso fue admitido finalmente como desaparición forzada y por tanto como crimen imprescriptible. Posteriormente apareció el testimonio de un exagente español vinculado a la guerra sucia que reavivó la llama de la esperanza.

Su casa era un recuerdo perenne a Jose Miguel, con objetos tan valiosos como el volante de su coche, hallado en Ziburu. En entrevista a GARA en 2014, Celes afirmaba no haber perdido nunca esa esperanza. Y añadía: «Tener un hijo en la cárcel, o incluso muerto, es muy duro, pero no saber dónde está, no tener el cuerpo... parece como si José Miguel no hubiera existido». Allá donde esté, seguro seguirá alentando la búsqueda y clamando por un caso que no puede caer en el olvido.

38 urte Jose Miguel semearen bila

Gorputz mehe baina jenio bizikoa, 38 urteko borroka etengabea egin du Celes Alvarezek, azken hatsa eman arte. Jose Miguel Etxeberria «Naparra» semearen arrastoen atzetik ibili da, han-hemenka, ate guztiak joz (Nazio Batuetara heltzeraino). Duela urte eta erdi Landetan eginiko bilaketak berpiztu zuen bere barruan inoiz itzali ez zen itxaropenaren garra. Ez ziren gorpuzkiak agertu baina baliteke bigarren saiakeran gertatzea. Amak ez du ikusiko, baina berak egindako ahaleginak lagunduko du horretan.