R.S.
DONOSTIA
TRAS LAS ELECCIONES ANDALUZAS

La conveniencia de anular a Vox trae un cruce de guiños entre PSOE y C’s

El PSOE pone su prioridad tras el batacazo andaluz en intentar sacar de la ecuación de gobierno a Vox. Tampoco Ciudadanos parece nada cómodo con la fuerza ultra, al contrario que el PP, que no hará ningún asco a su apoyo. En este escenario confuso, no es descartable siquiera que el PSOE acabe elevando a un presidente de Ciudadanos, fuerza que propondrá hoy abrir esta línea de negociación. A todo esto, Pedro Sánchez presentará presupuestos.

Moncloa ha conseguido un primer objetivo tras el experimento fallido de las andaluzas como primera vuelta estatal: pasadas ya más de 48 horas, la crisis se acota a Andalucía, fijada como materia urgente, y el presidente Sánchez solo ha aparecido anoche en Tele5 para anunciar que presentará presupuestos y calibrará así sus apoyos. Tras la Ejecutiva Federal de la mañana que analizó los resultados, quien salió a la palestra fue el secretario de Organización, José Luis Ábalos, para hacer hincapié en que PP y Ciudadanos no deberían conformar gobierno con Vox.

Les advirtió de que el partido ultra, que ha obtenido doce escaños y casi 400.000 votos, «se aparta del espíritu constitucional porque cuestiona la dignidad de las personas e incita al enfrentamiento en función de su condición social, de su color y de su raza».

Antes, la ministra de Justicia, Dolores Delgado, también había incidido en que Vox tiene en su ideario «elementos anticonstitucionales». Y diferentes líderes autonómicos –incluida en Radio Euskadi la secretaria general del PSE, Idoia Mendia– expusieron la necesidad imperiosa de frenar el crecimiento de la derecha, sobre todo teniendo las elecciones forales, municipales y europeas apenas a medio año vista.

Con todo, a efectos de frustrar una triple alianza de la derecha, más interesante que la del PSOE es la posición de Ciudadanos. La que ha sido tercera fuerza en las elecciones marca distancia también respecto a Vox, y de hecho anticipa que en su Ejecutiva de hoy apostará por un pacto de gobierno con el PP que pueda recabar la abstención del PSOE y lleve a la Presidencia andaluza a su cabeza de lista, Juan Marín. La carambola es difícil, pero quizás el PSOE pueda asumirla finalmente como mal menor ante la imposibilidad de un ejecutivo de izquierdas o con C’s, para lo que ya no da la aritmética.

C’s y PP, en competencia

«Nosotros llamamos a pactar al PP y llamamos al PSOE a que no bloquee, para que no tengan que jugar los extremos y este sea un cambio desde el centro, con opciones moderadas», declaró ayer en La Sexta el secretario general del partido naranja, José Manuel Villegas. Incidió en que entre C’s y Vox «hay claras diferencias. Nosotros apostamos por el europeísmo y la defensa de las libertades. Vamos a las europeas con [Emmanuel] Macron mientras Vox se hace fotos con [Marine] Le Pen».

Para que esa fórmula llegara a buen término, también el PP –segunda fuerza– tendría que ceder paso a Ciudadanos. Su líder catalana de ascendencia andaluza, Inés Arrimadas, sostuvo al respecto que la diferencia de cinco escaños entre una y otra lista (26 a 21) resulta engañosa: «En Andalucía ha habido un empate, porque 90.000 votos en una comunidad autónoma de ocho millones de personas es prácticamente empate. Y el cambio en Andalucía, para que llegue bien y sea un cambio estable y sólido, tiene que estar liderado desde el centro», argumentó la representante de C’s.

¿Y qué dice el PP en este primer asalto prenegociador? Su presidente, Pablo Casado, también es muy claro al apostar por un tripartito de derechas en el que termine como presidente su candidato Juan Manuel Moreno. Para ello no hay duda alguna en blanquear a Vox, salido al fin y al año de su seno. Preguntado por la incompatibilidad entre el partido ultra y la Constitución, Casado replicó que «lo que me preocupa son los partidos que llevan varios años situados fuera de la Constitución y nadie ha dicho nada, como Podemos, que lleva años diciendo que hay que favorecer la nación catalana, acabar con la monarquía parlamentaria y pedir la república».

Dicho esto, Casado se dirigió directamente a Ciudadanos para reclamarle que «esté a la altura de la responsabilidad»&flexSpace;y respalde a un presidente del PP «cuanto antes». Y en paralelo emplazó a Pedro Sánchez a convocar elecciones estatales también a la mayor brevedad posible, «porque a la inestabilidad parlamentaria de que sus únicos apoyos sean Podemos, los independentistas y los batasunos se les suma la inestabilidad interna del PSOE, que ha perdido apoyos por contemporizar con los independentistas en Catalunya». En el PSOE hay debate sobre el peso del factor catalán.

PSOE y Podemos, tocados

Por lo que respecta al mal resultado de las fuerzas progresistas del Parlamento andaluz, tanto el PSOE como Podemos admiten la necesidad de autocrítica, si bien la posponen para no aumentar el duelo del momento.

Así, Ábalos levantó el pie del acelerador contra la líder andaluza, Susana Díaz, a quien se interpretó que había puesto a los pies de los caballos el domingo noche. Ayer pasó a sostener que «tiene la experiencia y conocimientos suficientes como para gestionar los tiempos de respuesta». Y añadió que en este momento lo que menos inquieta al PSOE es la cuestión interna, aunque hizo hincapié en la desmovilización de votantes que ha reflejado el porcentaje de abstención superior al 41%.

La Ejecutiva de Podemos también dice no saber qué ha fallado en Andalucía. Se analizarán las causas en un proceso de «autocrítica»&flexSpace;y se ha convocado al grupo de análisis llamado Rumbo 2020 (formado por la dirección del partido y de las confluencias). El coportavoz de la Ejecutiva Pablo Echenique sí quiso opinar que la abstención ha resultado decisiva («si hubiéramos sabido lo que iba a pasar no hubiese sido tan alta») y se esforzó también en negar que haya habido trasvase de Podemos a Vox, como fuerzas que canalizan desencanto desde ideologías opuestas. «Esa hipótesis es equivocada», aseguró.

 

Borrell reprende a un ministro belga por la huelga de Lledoners

En el nuevo tablero político creado por el resultado andaluz sigue Catalunya como pieza principal, y con un elemento añadido que crea contradicciones al Ejecutivo español: la huelga de hambre en que están ya cuatro de los líderes presos en Lledoners. Como señal, ayer el ministro español de Exteriores, Josep Borrell, tuvo que replicar a las críticas del ministro belga de Defensa, Sander Loones, a la estancia en prisión de estos dirigentes.

Loones tuiteó el sábado estos mensajes, tras conocer que Jordi Sànchez y Jordi Turull comenzaban un ayuno al que se han sumado ya Josep Rull y Joaquim Forn: «Encerrados más de un año, sin ser juzgados. El juez español ni siquiera se ocupa de su demanda, para evitar que el Tribunal de Derechos Humanos pueda pronunciarse. Ahora se ven obligados a hacer huelga de hambre. Ningún demócrata puede guardar silencio sobre esto». Y Borrell le respondió ayer, a su llegada a una reunión de ministros de Exteriores de la OTAN celebrada precisamente en Bruselas: «Esas declaraciones resultan inaceptables y seguramente recibirán una respuesta por nuestra parte».

No es la primera vez que ministros españoles y belgas discrepan públicamente a cuenta del «procés». A las palabras de Borrell ayer les siguió esta declaración del president del Parlament, Roger Torrent, que también estaba en Bruselas pero por otros motivos: «Si a Borrell no le gustan las críticas a su represión, lo tiene fácil: que deje de reprimir».

En Barcelona, el Govern aprobó una declaración institucional que expresa su «solidaridad absoluta» con los presos en huelga de hambre. La portavoz, Elsa Artadi, dijo que serán «altavoz» de sus reivindicaciones y que contemplan participar en los actos de apoyo.