EDITORIALA
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Los árboles de Podemos y el bosque del cambio

El régimen que ha gestionado Nafarroa durante décadas seguramente estará celebrando a estas horas la posibilidad de reconquistar la Presidencia del Parlamento. La expulsión del grupo parlamentario de lo que al principio de legislatura se llamó Podemos de su titular, Ainhoa Aznárez, por parte de la mayoría denominada Orain Bai es el último incidente derivado de la escisión en la formación morada. El anterior contratiempo, hace apenas una semana, era la previsión del Navarrómetro de que, con esa crisis abierta en canal, al cambio no le saldrán en mayo próximo los números para retener la mayoría. Y sin embargo, sin desdeñar el impacto que tiene ese cambio al frente del Legislativo, lo más relevante políticamente que ocurrió ayer en esa Cámara fue otra cosa menos mediática: la aprobación de los cuartos presupuestos de la legislatura, con todas sus limitaciones e imperfecciones bien diferentes a aquellas cuentas que imponía el sectarismo de UPN y sus socios.

Del mismo modo, el Navarrómetro con malas noticias sobre el reparto de escaños tenía otra cara de la moneda en la que no se reparó tanto: la valoración de las políticas del cuatripartito supera la media habitual de los gobiernos, y también están a la cabeza en índices de simpatía sus principales referencias, como Uxue Barkos, Bakartxo Ruiz y, en otros sondeos paralelos, Joseba Asiron. Esa entente ha demostrado además una importante capacidad de acuerdo. Para las dos facciones de lo que era Podemos, de hecho, resulta más fácil consensuar con otras fuerzas que hacerlo a nivel interno. Visto de la vecina Gasteiz, esa alianza también es un hito desde el prisma de esa «estabilidad» que siempre tiene en boca el lehendakari Urkullu y que en Iruñea se ha construido además en clave de progreso.

Los árboles nunca deben impedir ver el bosque, que en este caso es el cambio en Nafarroa, un giro histórico. Ninguna sigla política puede ni va a condicionarlo, por muy irresponsable que sea su actitud.