Victor ESQUIROL
VERSIÓN ORIGINAL (Y DIGITAL)

Padres de otra Navidad

Las redes sociales son el equivalente virtual a esas reuniones en las que, periódicamente, nos mezclamos con gente más o menos extraña. Si se prefiere, son el reflejo de esas liturgias, igualmente extrañas, en las que se crean dinámicas que, combinadas con alguna que otra carambola difícil de entender, se termina con resoluciones que lo más seguro es que lamentemos en un futuro no muy lejano. Si estás leyendo esto, recuerda que lo que ahora parece una buena idea, mañana será poco más que un punzante agravante de tu resaca y/o indigestión.

Dicho esto, toca abrazar (porque es lo que piden estas fechas) una de las iniciativas que más está dando que hablar en el seno de la burbuja cinéfila. Esta consiste, básicamente, en reivindicar las aventuras de John McClane en “La jungla de cristal” como un clásico ineludible de la temporada navideña. El movimiento, por así llamarlo, podría no pasar de la simple ocurrencia si no fuera por la voluntad genuinamente transgresora que esconden los memes a través de los cuales se han expresado los internautas.

Más allá de la broma gamberra, existe en esta nueva mirada hacia la(s) película(s) de John McTiernan la necesidad de escapar de los rituales de toda la vida; de prescindir del enésimo revisionado de “Qué bello es vivir” (por poner un ejemplo arquetípico, que de esto va el asunto) para ir a buscar nuevos sabores... que al mismo tiempo no desentonen con el momento en el que nos encontramos.

Se trata pues de buscar esas películas que nos recuerden que otras navidades son posibles. En esta aventura, la oferta VOD vuelve a descubrirse como el terreno más abonado para el placer de la alternativa. En Netflix, por ejemplo, podemos descubrir “Tangerine”, película con la que Sean Baker nos prepararía para la celebrada “The Florida Project”, su eclosión definitiva.

Antes de que esto sucediera, decidió hacerse con un puñado de iPhones y seguir los pasos de dos prostitutas transexuales en uno de los barrios más marginales de la ciudad de Los Ángeles. Elementos, métodos y latitudes aparentemente anti-navideños que, en realidad, reviven el espíritu de los grandes hitos de este tan entrañable género. Como era de esperar viendo sus otros trabajos, Sean Baker se apoya en un tratamiento estético inevitablemente llamativo que, en vez de falsear la realidad a la que se enfrenta, hace que nosotros, espectadores, la miremos con ojos casi de niño. Así, aparece la candidez y la pureza en territorios donde estas virtudes parecían directamente vetadas. Así, esta tragicomedia de supervivencia urbana, con pinceladas claramente vodevilescas, termina erigiéndose como un canto a la amistad, entendida esta como único vínculo capaz de suplir las rigideces y carencias de los puentes de sangre.

La familia, pilar fundamental para entender estas fiestas, adquiere en “Tangerine” unas formas que nos remiten, efectivamente, a la extrañeza de las reuniones que marcan los peajes en este último tramo del calendario. Pero al mismo tiempo nos invitan a abrazar nuevos modelos que, irónicamente, mantengan por siempre viva la llama de la Navidad.