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INVESTIDURA PRESIDENCIAL

Bolsonaro suma a Brasil a la ola ultraconservadora mundial

El ultraderechista Jair Bolsonaro sumó ayer a Brasil a la ola ultraconservadora mundial con su investidura como presidente para un mandato de cuatro años, en los que promete que el país dará un giro hacia la derecha más extrema y pondrá fin a las políticas de izquierda que el Partido de los Trabajadores impulsó en 13 años de Gobierno.

Jair Bolsonaro y su esposa, Michelle, se dirigen hacia el Congreso Nacional para la investidura. (Carl DE SOUZA/AFP)
Jair Bolsonaro y su esposa, Michelle, se dirigen hacia el Congreso Nacional para la investidura. (Carl DE SOUZA/AFP)

Desde la toma de posesión ayer como jefe de Estado de Jair Bolsonaro, en Brasil gobierna ya la ultraderecha. A sus 63 años, este exmilitar nostálgico de la dictadura (1964-1985) y con un historial de exabruptos misóginos, racistas y homófobos, asumió las riendas de la mayor potencia latinoamericana, con 209 millones de habitantes, con un discurso en el que marcó, entre sus prioridades, acometer las reformas neoliberales que permitan «abrir los mercados» y combatir «la ideología de género».

Bolsonaro toma el relevo a Michel Temer, quien entregó el poder con una tasa de rechazo histórica y un legado de profundas reformas neoliberales, pero también cuentas pendientes con la Justicia. Se despidió con una aprobación del 9%, la menor de la historia reciente. La tasa de rechazo a su gestión fue también histórica, rozando el 80% y con un 10% que la considera regular.

En su primer discurso tras ser investido, plagado de referencias militares, a la patria y a Dios, afirmó que el país comienza ya a «liberarse del socialismo, de la inversión de valores y de lo políticamente correcto», y aseguró, al más puro estilo de su homólogo estadounidense, Donald Trump, que se abrirá un nuevo capítulo en la «grandeza» de Brasil como nación en base a la «tradición judeo-cristiana», a la que apeló para pedir el apoyo de los diputados con el objetivo de poder llevar a cabo la «misión» para a que cree que ha sido elegido.

Según manifestó ante el Congreso, esa misión consiste en liberar al país de «del yugo de la corrupción, de la criminalidad, de la irresponsabilidad económica y de la sumisión ideológica». Sostuvo que su Gobierno representará una «oportunidad única de rescatar al país de las amarras ideológicas» y para «combatir la ideología de género» y otros trazos que, a su juicio, imprimieron en la sociedad y la política los anteriores Ejecutivos progresistas de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff.

«Sin discriminación»

Eso sí, dijo que Brasil, bajo su mandato y el de su Gobierno de fuerte sesgo militar –siete de los 22 ministros lo son– y programa que mezcla ultraconservadurismo moral con ultraliberalismo económico, será un país sin discriminación. «Reafirmo el compromiso de construir una sociedad sin discriminación o división», indicó.

El líder de la emergente ultraderecha brasileña, que ganó las elecciones de octubre con el 56% de los votos frente a Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT), se pronunció así frente a una multitud de seguidores que acudieron en masa a aclamarle las puertas del Palacio de Planalto, en una Brasilia con medidas de seguridad extremas, completamente blindada y militarizada, que incluyó el despliegue de sistemas antimisiles y aviones de combate y de 12.000 soldados, y a donde Bolsonaro llegó en un Rolls Royce descapotable.

Según Bolsonaro, las elecciones «dieron voz a quien no era escuchado» y le pusieron a él «al frente de la nación» para servir a la «patria», a «Dios» y a todo el pueblo brasileño. Indicó que «aún hay muchos desafíos por delante» y que no se puede dejar que «ideologías nefastas dividan a los brasileños» y «destruyan» a las familias.

En este sentido, se comprometió a «restablecer los valores éticos y morales» y acabar con la «corrupción», los «privilegios» y las «ventajas ilícitas», para que «el Gobierno y la economía sirvan de verdad a toda la nación».

En medio de su discurso, Bolsonaro, sacó de uno de los bolsillos de su traje una bandera de Brasil. «Esta es nuestra bandera, que jamás será roja. Solo será roja, si es necesario, con nuestra sangre para mantenerla verde y amarilla», declaró al término de su discurso.

Instantes antes, reiteró que el «gran desafío» de su Gobierno será «hacer frente a los efectos de la crisis económica, el desempleo récord» y la «deconstrucción de la familia». «El brasileño puede y debe soñar con una vida mejor», apuntó y agregó que impulsará las «transformaciones» que necesita el país por medio de la explotación de los «recursos minerales» y de las «tierras fértiles bendecidas por Dios y por el pueblo». «Tenemos una gran nación para reconstruir», dijo.

«Un nuevo tiempo»

Sobre política exterior señaló que abandonará «el perfil ideológico» de las relaciones internacionales. «Vamos en busca de un nuevo tiempo para Brasil y los brasileños. Por mucho tiempo se atendió a intereses partidarios y no de los brasileños, vamos a restablecer el orden en este país», exclamó para volver a citar su lema: «Brasil por encima de todo y Dios por encima de todos».

Bolsonaro, apodado el «Donald Trump tropical», ha dicho que quiere lazos más próximos con EEUU e Israel, formando una suerte de nuevo eje que rompe con décadas de políticas de centroizquierda que buscaron reforzar los lazos Sur-Sur y posicionar a Brasil como una potencia capaz de dialogar con todos. No ha mencionado las relaciones que quiere mantener con China, principal socio comercial del gigante iberoamericano, al que ha acusado de «comprar Brasil».

A la ceremonia asistieron unos doce jefes de Estado y de Gobierno, entre otros representantes. Entre ellos, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo.

Donald Trump, que no acudió a Brasilia, felicitó a Bolsonaro nada más concluir su intervención ante el Congreso. «Felicidades al presidente Jair Bolsonaro, que acaba de hacer un gran discurso de investidura. ¡Estados Unidos está contigo!», escribió en Twitter.

La respuesta del ultraderechista brasileño fue inmediata: «Querido presidente Donald Trump, aprecio verdaderamente tus palabras de aliento. Juntos, bajo la protección de Dios, traeremos prosperidad y progreso a nuestros pueblos», dijo en la misma red social.

La Casa Blanca ha expresado su deseo de relanzar la relación bilateral para erradicar las «predatorias» prácticas comerciales de China y aumentar la presión sobre los «regímenes» de Nicolás Maduro en Venezuela y Daniel Ortega en Nicaragua.

Bolsonaro ha hecho suya gran parte de la agenda de Gobierno de Trump. Así, vetó en su toma de posesión a Maduro, a Ortega y al presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, a quienes considera «dictadores» de izquierda. Además se ha mostrado escéptico con alianzas comerciales como Mercosur y ha cuestionado el cambio climático.

 

Lula augura un año de resistencia y de lucha y afirma que no bajará la cabeza

El expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, en prisión desde abril y condenado a 12 años por corrupción pasiva y lavado de dinero, pronostica un año de resistencia y de lucha y asegura que no bajará la cabeza. En un mensaje enviado desde su celda y publicado en la web de Partido de los Trabajadores (PT), afirma que «2019 será un año de mucha resistencia y mucha lucha, para impedir que nuestro pueblo sea aún más castigado de lo que ya fue. Brasil necesita cambiar sí, pero cambiar para mejor».

«Nuestro objetivo en 2019 debe ser la defensa del pueblo brasileño. Defender el derecho a la salud y educación de calidad; al empleo y a la oportunidad de estudiar y trabajar en paz por un Brasil mejor», señala Lula, quien lideraba todas las encuestas para las presidenciales de octubre, a las que los tribunales le impidieron concurrir.

El expresidente sostiene que un Brasil con más derechos para todos sólo es posible cuando se garantizan la plena democracia y los derechos a la libre organización, a la manifestación y a la expresión. «Eso sólo será posible si todos son reconocidos como ciudadanos y ciudadanas; si se practica la verdadera justicia, sin persecución política, odio o prejuicio», agrega el mandatario más carismático de Brasil, que denuncia una persecución política para impedirle volver a la Presidencia.

Admite que pueden encarcelar a una persona, pero no «nuestras ideas y mucho menos impedir el futuro».

En su mensaje de Año Nuevo, Lula desea que 2019 sea el inicio de un nuevo camino por un Brasil sin hambre y sin pobreza, con empleo digno y salud y educación para todos.

«No vamos a bajar la cabeza ni a dejar que nos quiten nuestra alegría de vivir y de batallar por días mejores. Siempre tuvimos coraje para luchar y tendremos coraje para recomenzar», sostiene al referirse a su formación, que es desde ayer la principal fuerza de oposición a Bolsonaro.

«Como dice la canción del gran Chico Buarque: Mañana será otro día», concluye.GARA