Joseba VIVANCO
Athletic

Williams desencadenado

El delantero rojiblanco lideró con su enorme partido y un gol la ansiada victoria lejos de San Mamés, en un duelo con agónico final.

CELTA 1

ATHLETIC 2

 

El periodista bilbaino Jon Uriarte reconocía estos días que «esta temporada estoy acojonado con el Athletic». La verdad, dicho así, acojona. Porque verbabiliza, seguramente, lo que a muchos les tiene en una desazón semanal, pero mejor no mentar la bicha. Hablando de bichos, ha sido publicada estas fechas la Lista Roja de Especies Amenazadas, y entre las que se han incorporado en el pasado 2018 hay dos nuevas, la tarántula anaranjada y el gecko de Durell. Por fortuna para el Athletic la pantera negra sigue vivita y coleando, especialmente cuando caza lejos de su hábitat, a domicilio, cuando en noches como la de ayer, emerge Iñaki Williams desencadenado, con toda la pradera para él solito, para correr y no hacer prisioneros, donde hace año, con metros por delante, con balones al espacio, para asistir, como en el primer gol de Muniain, o para plantarse ante el portero y fusilar a la red el segundo.

Manuel Vázquez Montalbán prologaba el libro ‘‘Del secuestro a la libertad’’, que teóricamente había escrito el legendario Quini sobre su secuestro allá en el año 1981. «Respetad a los delanteros centro. No les secuestréis al anochecer. Millones de personas soportan una semana llena de lunes para verles jugar el domingo, para ofrecerles su domingo en esos altares de césped donde la línea que separa la victoria de la derrota es una línea imaginaria», escribía el autor.

Iñaki Williams, la ‘pantera’, no es un ‘9’ al uso, ni se le parece. Pero que no le secuestren. Williams necesita sentirse libre y que el aire corra entre él y sus marcadores, incluso entre él y sus compañeros. Necesita espacios, a la espalda de la defensa, y encarar. Anoche no solo hizo eso, sino que, además, no se atoró cuando le llegó ese ese segundo de decidir. Y siempre decidió bien. Primero en el gol de Muniain, llegando a ese balón en largo antes que nadie, encarando a su par celeste, quebrando y asistiendo perpendicular a su ‘brother’ para que la rompiera a las mallas llegando en carrera. Después, en esa inesperada asistencia en largo de su portero Iago, desde su área, que puso el balón en franquicia a un Williams con kilómetros por delante, que se plantó ante el meta y le batió por bajo cuando desde Bilbo nadie daba un duro porque aquello acabara en gol.

Los leones siguen vivos, vivitos y coleando y se resisten a entrar en 2019 en esa lista de especies en peligro de extinción. Victoria madurada, trabajada, sacrificada, prueba de lo que cuesta en este campeonato sacar tres puntos y lo que le cuesta al Athletic ganar un partido. Y si no, vuelvan a ver esos seis minutos de prolongación con ese cabezazo de Maxi Gómez lamiendo la madera y que nos puso el corazón en un puño. Solo basta ver el resoplido del presidente rojiblanco Aitor Elizegi, en el palco, nada más acabar el agónico encuentro en Balaídos.

Partido que arrancó con un Athletic no mejor pero sí más decidido que el Celta, que avisó con un cabezazo de Núñez que sacó Rubén bajo palos, y al que respondió Maxi Gómez con una falta enviada a la madera. Los locales pasaron a dominar, liderados por un quisquilloso Boufal, pero sin sacar provecho de esa posesión de la pelota, lo que sí hizo un Iñaki Williams que ya apuntaba maneras desde el inicio. Balón largo de Capa al espacio, carrerón, pausa, quiebro y Muniain llegando, adentro.

Con un sólido Athletic que esperaba, que atacaba al receptor y no al conductor, cortocircuitaba a un Celta inoperante, pero al que dio oxígeno en el descuento del primer acto. Ceder un córner en esos minutos es un error, que te metan de córner, más error aún. El segundo tiempo comenzó con el Celta avisando y el Athletic respondiendo, sobre todo con ese 1-2 de Williams. El paso atrás de los leones tras el 0-1 no se repitió esta vez, defendió bien y hasta sintió que podía hacer el tercero. Pudo firmarlo, pero en los seis minutos de descuento finales casi se mascó la tragedia. No pasó. Pero abróchense los cinturones. Eso sí, suman 8 de los últimos 12 puntos. Hoy, estamos un poco menos acojonados.