JUAN A. SERRANO
Bilbo
GUTUNAK

Destrozos en el sur de Bilbao

Las principales señas naturales de Bilbao son la ría y los montes que la circundan. En el sur de su término municipal, entre el Pagasarri y el esbelto Arnotegi, hay un valle catalogado, una verdadera joya ecológica que termina en Buia y Seberetxe. Estas maravillas naturales forman un patrimonio generacional de todos, y deberían tener la máxima protección para no ser alterados. ¿Qué hay más importante que el aire, agua, medioambiente, sonido o paisaje que nos rodea?

Una alteración agresiva del medio en el término de Bilbao, es el plan urdido y ya empezado a ejecutar con la ampliación de la Supersur, que pretende atravesar perpendicularmente el valle del Bolintxu mediante un viaducto de 175 metros de longitud y 40 de altura. Hemos leído que la Supersur quiere salvar el Bolintxu. Falso salvamento medioambiental es su travesía perpendicular, porque impactará negativamente acústica y visualmente, empeorando su aire y agua, y molestando o haciendo desaparecer a los seres vivos de su entorno. ¡La joya medioambiental de Bilbao atacada! ¿Pero no estábamos en contra del cambio climático que producimos los humanos? ¿A qué estamos jugando?

La Diputación Foral de Bizkaia con permiso del Ayuntamiento de Bilbao, entre otros entes implicados, en vez de sustituir el franquista viaducto del barrio de Rekalde de 1,5 kilómetros de longitud que pasa a pocos centímetros de muchas viviendas construidas antes de su ejecución, habiendo causado bastantes víctimas y estando en el catálogo mundial de horrores urbanísticos, quiere ahora ejecutar otro estrambótico viaducto al sur de la villa que alterará gravemente su equilibrio ecológico. Esto es, mantenemos el espantoso viaducto anterior y acometemos uno nuevo. Viva la interconexión destructiva.

Miguel de Unamuno en el artículo “Recuerdos entre Montañas” (1915) denominó «Hondonadas de Buya» al valle del río Bolintxu, de esta manera:

«¡Hondonadas de Buya que sombrearon y ensombrecieron las hondonadas de mi espíritu! ¡Pero no, no! Las serenaron (...) ¿Y ese íntimo goce sin palpitaciones de deleite, sin convulsiones de gusto, ese goce como el agua umbrosa que corre en las montañas a la sombra de los árboles que gotean, dónde encontrarlo sino aquí, apechugado por la tierra nativa, ceñido por sus gigantescos brazos de verdura?».

Una de las peores hipotecas que podemos dejar a las futuras generaciones son los desastres medioambientales y algunos de estos se cometen en o junto a las urbes.

Todavía estamos a tiempo de modificar algunos.