Curro VELÁZQUEZ GAZTELU
Elkarrizketa
PACO CEPERO
GUITARRISTA Y COMPOSITOR FLAMENCO

«Antes el flamenco era más improvisado, salido del alma»

Hablar de Paco Cepero (Jerez de la Frontera, 1942) es hablar de una de las guitarras más importantes que ha dado el flamenco. Fraguado en las atávicas formas de entender el flamenco, no podríamos entender la guitarra del siglo XXI sin la capacidad sonora de Cepero. Discípulo de Javier Molina y de Rafael del Águila, es, sin duda, uno de los mejores compositores de aires flamencos del siglo XX.

Amante del cante y del toque por parte iguales, hace tan solo unos días han nombrado a Paco Cepero hijo predilecto de su ciudad natal, por su trayectoria artística y humana. Sin duda, es una de las citas que este año, dentro del Ciclo del Norte, no podemos perdernos.

Mañana en Barakaldo y el sábado en Gasteiz, vendrá acompañado por la voz joven del chipionero Samuel Serrano y por la guitarra de Paco León, de Puerto de Santa María.

Usted pertenece a una de las generaciones más importantes de la guitarra flamenca, la de Paco de Lucía, Sanlúcar, Serranito... ¿Qué es lo que han aportado al flamenco dentro de su disciplina?

La profesionalidad y la experiencia son algo evidente. El mérito de haber llegado a donde estamos sin apenas medios, también es algo que nos equipara. El tiempo nos ha puesto a cada uno en su sitio.

Usted ha acompañado con su guitarra voces de primer orden como Terremoto, La Paquera o Mairena, y aún sigue acompañando a cantaores actuales. ¿Hay alguna diferencia entre cómo se acompañaba a la guitarra antes y cómo se hace hoy en día?

Lo que hace falta es saber acompañar bien, lo demás lo va dando cada cantaor. Sí es cierto que ahora hay más técnica vocal, que se cuidan ciertos aspectos que antes ni se tenían en cuenta. Antes el cante era más improvisado, más de vivencias, salido del alma.

Por tanto, ¿se plantea de la misma manera el cante de hoy que el de antaño?

Ni mucho menos, el cante de antes se movía más por impulsos y dependiendo del estado anímico del momento del cantaor, así se iba a plantear qué tipo de cantes y de qué forma abordarlo y hoy en día todo es técnica pura.

¿Dónde se siente más cómodo con la guitarra, acompañando a un cantaor o dando un concierto como solista?

Cada cosa en su sitio. Cuando toco como solista en un concierto me siento muy realizado, ya que aquí se juega con otro tipo de conceptos, como el de la composición, los arreglos… Y cuando estoy acompañando a un cantaor o cantaora, independientemente de ser otro concepto diferente, intento hacerlo lo mejor posible.

A pesar de que hoy en día, pudiendo acceder a las nuevas tecnologías, las nuevas generaciones de guitarristas flamencos tienen más facilidades para aprender, ¿qué cree que le falta tanto a nivel técnico como artístico y humano a la nueva generación en comparación con generaciones pasadas?

Estos jóvenes guitarristas están mucho mejor preparados de lo que estábamos nosotros, tienen más posibilidades para acceder a diversas formas de aprendizajes y escuelas. En nuestra época no había tanto adelanto a nivel armónico como lo hay hoy en día, cualquier cosa costaba mucho más. Nos las teníamos que ingeniar para poder pillar alguna falseta de cualquier maestro de la época. Ya sabes que, al principio, el flamenco no estaba bien visto por la sociedad general, ya que procedía de los arrabales, de los desposeídos, donde los gitanos eran grandes creadores. Eso sí, hoy en día se está tocando la guitarra mejor que nunca técnicamente, todo esto en detrimento del sabor genuinamente flamenco. En la actualidad hay poca creatividad y personalidad, se parecen mucho los unos a los otros. Antes cada guitarrista teníamos un sello particular e indiscutible.

Paco, ¿cree usted que hoy en día el flamenco tiene buena salud?

Muchísima salud, sin duda. No hay músico en el mundo que no quiera colaborar en proyectos flamencos. Yo viajo por el mundo, y no hay lugar donde el flamenco esté denostado. Todo el mundo lo respeta. El flamenco tiene una salud de oro. Eso sí, hay que cuidar el legado que nos dejaron nuestros mayores. Uno puede hacer vanguardia, pero respetando las fuentes originarias, la tradición. La pureza hay que mantenerla para que todo esto tenga concordancia, si no estamos perdidos. La vanguardia es positiva, porque es señal de que el flamenco está vivo, pero hay que saber hacerlo para que no se convierta en algo inservible.

Entonces, ¿hacia dónde camina el flamenco?

Sin tener posesión de la verdad, yo creo que hay parte del flamenco que camina hacia buenos derroteros y otra parte que no tanto. Yo ya con 17 años empezaba a tocar a Juan Talega, Tío Borrico, Sernita, a la Perla de Cádiz, etc., así como a los que eran en la época más modernos: Lebrijano, Fosforito, Turronero, Pansequito, Camarón… En fin, me faltan pocos por tocar (risas), eso me ha dado cierta perspectiva para ser cauto, pero a la vez ver que hay un horizonte abierto para el flamenco.

Acaba de cumplir 61 años de carrera profesional. Al echar la vista atrás, ¿qué es lo que ve?

Veo un pasado muy bonito, con unas vivencias cargadas de anécdotas con los más grandes artistas. Miro hacia delante con dignidad. Gracias a Dios, con 77 años, aún estoy en activo. No paro de dar conciertos, siempre metido en el estudio con nuevos proyectos, enseñando a gente joven, etc…

¿Se puede ser un guitarrista solista de flamenco para conciertos, sin entender de cante?

Claro, una cosa es la guitarra para acompañar al cante, donde ahí sí, ahí tienes que ser gran aficionado al cante. Pero puedes ser un concertista sin que el cante tenga nada que ver y donde entonces, al no depender de ello, puedes no tener conocimiento de ello.

Ahora, sí, siempre algo te va a ayudar. Hay jóvenes que tienen la carrera de música y conservatorio y tocan a las mil maravillas, pero les pones un cantaor al lado y no saben por dónde tirar. Para acompañar bien tienes que conocer los cantes muy bien. Por eso los guitarristas que cantamos, como es mi caso, tenemos más facilidad que los tocaores que no saben cantar. Como también le pasaba a Paco de Lucía, yo soy un cantaor frustrado, pero creo que eso nos ha dado ciertas facilidades a la hora de acompañar.

¿Qué nos vamos a encontrar en Barakaldo y Gasteiz, en sus actuaciones dentro del Ciclo Flamenco del Norte?

Bueno, voy a hacer lo que buenamente pueda (risas). Yo soy de la vieja escuela, dependiendo del estado de ánimo que esté, así elegiré un tipo de toque u otro. Al estar tantos años encima del escenario, tengo cierta receptividad con el público, así como personalidad en mi forma de acariciar las cuerdas.

Y aquí estaré con la voz de mi ahijado artístico Samuel Serrano y con la joven guitarra de Paco León.