Ramón SOLA
DONOSTIA
ATAQUE POLÍTICO EN AMURRIO (I)

El expolicía no admitió el disparo en cuatro días y lo calificó de accidental

El expolicía que disparó en Amurrio no reconoció el ataque hasta el día 10. Lo atribuyó a un accidente, pero había escondido la pistola.

El expolicía que el 6 de enero disparó con una pistola al caserío de una familia de Amurrio no reconoció ser el autor hasta cuatro días después. Lo había negado rotundamente en el primer momento. Aunque la Ertzaintza se personó en su domicilio nada más recibir la llamada de la familia atacada, puesto que las sospechas sobre su persona eran muy evidentes tanto por su personalidad como por haber sido visto en la zona, el hombre dijo ese 6 de enero que no tenía relación alguna con el hecho.

Para intentar apuntalar su inocencia, ese día el expolicía reconoció que tenía una escopeta perfectamente legal y mostró a la Ertzaintza tanto este arma como los cartuchos, pero no el resto del arsenal que guardaba en su casa.

Sobre el disparo producido, indicó que desde su casa había escuchado una detonación, pero lo atribuyó a petardos de los que lanzan los cazadores para llamar la atención de los perros.

Cuatro días más tarde, cuando el asunto ya había tenido cierto impacto público y político –a la propia alcaldesa de Amurrio se le había preguntado en Radio Euskadi si el autor del disparo era un expolicía–, L.A.M.A. se decidió a reconocer que fue él y a entregar la pistola utilizada, que había escondido en el monte. No obstante, se escudó en que el disparo fue fortuito y añadió que no se dio cuenta de que hubiera alcanzado el caserío.

Rocambolesco

La versión difícilmente podría ser más rocambolesca: el expolicía declara que estaba paseando con su perro (sin explicar por qué lo hacía armado) y dice que al escapársele el animal tuvo el acto reflejo de disparar al aire para evitarlo (el tiro, sin embargo, fue más bien recto).

Sigue explicando que al ver a personas gritando fuera del baserri se asustó y se alejó, si bien insiste en que en ningún momento fue consciente de que el tiro hubiera impactado en el edificio. Y añade que escondió la pistola en una zona de monte.

La Ertzaintza define su actitud como «colaboradora». El hombre explica que lo reconoce porque lleva tres días sin dormir. Es entonces cuando les hace pasar a la vivienda para mostrarles el arsenal hasta entonces oculto. Y tras ello, guía a los agentes hacia el monte cercano y descubre la pistola Star con la que disparó la bala de calibre 9 mm. El arma había sido escondida en un orificio del terreno, posteriormente tapado con piedras.

Detención e incautación

Ante la evidencia incontestable de lo ocurrido, la Ertzaintza procedió a detener al hombre y a trasladarlo al Juzgado de Laudio, donde sería puesto en libertad sin medidas cautelares.

Lógicamente también se incauta todo el armamento. El arrestado no da explicación a ese arsenal, completamente ilegal con la salvedad de la escopeta de caza para la que sí tiene licencia. Se presenta a sí mismo como una persona que tiene esa actividad como ocio y que a lo sumo hace prácticas de tiro con amigos. La explicación que da a la tenencia en su domicilio de artilugios militares como obuses es que los ha encontrado casualmente en el monte y cree que se trata de restos de la guerra del 36.

Escondía en su vivienda 27 armas cortas y 9 largas

L.A.M.A. guardaba en su casa un auténtico arsenal, que no destapó hasta el día 10. Al producirse los hechos, el 6, el veterano exagente policial (74 años) negó cualquier relación con el disparo y manifestó a la Ertzaintza que únicamente poseía una escopeta de caza con su licencia correspondiente, además de algo de munición que sí mostró a los agentes que entraron en su domicilio.

Cuatro días más tarde, cuando las sospechas sobre su autoría eran «vox populi», L.A.M.A. destapó finalmente el arsenal que guardaba en su domicilio del barrio de Lezama, situado enfrente aunque a distancia del caserío atacado. En diferentes puntos de la vivienda, bien escondidas en tres cajas fuertes o a la vista, tenía 36 armas largas y cortas, además de otros utensilios militares.

La posesión de la práctica totalidad del armamento sería ilícita dado que la Guardia Civil ha acreditado que le fue retirada la licencia de armas cortas y entregó la pistola en febrero de 2018. Se analiza ahora cuáles de esas armas, proyectiles y demás estaban inutilizadas y cuáles no.

El listado del arsenal hallado es profuso y detallado. En una de las cajas fuertes se hallaron once pistolas de las marcas Astra y Star, además de piezas sueltas, dieciséis cargadores, cartuchos, detonadores de retardo....

En otra caja fuerte aparecida en una habitación diferente había ocho revólveres y cuatro pistolas más. Y en otro punto de ese mismo habitáculo se halló una tercera caja, con tres revólveres y una pistola más.

Diseminadas por la casa y a la vista, se aprehendieron cuatro subfusiles Star y Cetme, dos rifles, una carabina, dos escopetas, diecisiete bayonetas... Y el arsenal se completaba con 26 artefactos militares (aparentemente obuses), botes de pólvora, cajas de proyectiles, cartuchos, material de recarga...

Todo ello fue trasladado a la comisaría de la Ertzaintza de Laudio, excepto los artefactos militares, botes de pólvora y detonadores de retardo que se llevaron a la Unidad de Desactivación de Explosivos para su inutilización.

En total, el atestado refiere por tanto el hallazgo e incautación de dieciséis pistolas, once revólveres, cuatro subfusiles, dos rifles, dos escopetas, una carabina, diecisiete bayonetas y 26 artefactos militares, sin contar la munición y demás.R.S.

A uno de los residentes le pasó la bala a unos 60 centímetros

La bala entró por una ventana del caserío y fue a golpear contra un cuadro colgado en la pared. En ese momento había tres personas en la vivienda. Una de ellas estaba sentada junto a esa ventana realizando unas tareas caseras. Por la estimación que hacen los denunciantes teniendo en cuenta la posición de este residente y la trayectoria del proyectil, la bala pudo pasarle a unos 60 centímetros.

En un primer momento, esta familia abertzale de Amurrio pensó que el ruido podía deberse a que alguna bombilla había reventado, pero enseguida vieron que la cortina de la ventana estaba en el suelo y había un pequeño agujero en el cristal. Acto seguido descubrieron el impacto en el cuadro y finalmente el proyectil. Y la sorpresa creció aún más cuando los ertzainas que acudieron al baserri les trasladaron que era un proyectil 9 milímetros, lo que descartaba que fuera un tiro perdido de un cazador.

Por las inmediaciones merodeaba aquella mañana el expolicía finalmente detenido como autor confeso del disparo. Esta familia ligada a la izquierda abertzale explica que conocía al hombre, pero no había llegado a tener ningún problema personal con él.

Del caserío cuelga una banderola por la repatriación de los presos.R.S.