Agustín GOIKOETXEA
BILBO
Elkarrizketa
ANA SAEZ TOTORIKAGUENA
INTEGRANTE DE LA ASOCIACIÓN GARAITZA

«Un niño nunca miente cuando habla de abusos sexuales»

Enfermera de pediatría en atención primaria, colabora con Garaitza, una asociación sin animo de lucro dedicada desde 2010 al tratamiento del abuso sexual y el maltrato en la infancia. Sus servicios están orientados a la recuperación de las secuelas que dejan estas agresiones en las víctimas.

Se repiten los casos de adultos que denuncian décadas después que de niños sufrieron abusos sexuales.

El abuso sexual es imposible denunciarlo antes, porque para poder hacerlo primero hay que hablar de ello y, para ello, hace falta un trabajo personal importante. De hecho, aquí en la asociación, vemos que la edad media de la gente que viene es de 40 años y tenemos incluso de 60. Ahora, está bajando a los veintitantos, treinta y tantos, pero la mayoría son de 40 años.

Por tanto, las víctimas actúan cuando son conscientes.

Lo fundamental en las víctimas es el silencio y el sentimiento de culpabilidad, que les impide expresarse. Con el paso de los años, la gente constata todos los problemas que ha tenido en su vida y llega un momento que ve la necesidad clara de hacer algo. Puede ser decirlo públicamente, ir a donde un profesional para tratarlo pero es ahí, antes el secreto y la culpabilidad hacen imposible que eso aflore.

Cuando dan ese paso, ¿cómo se aborda?

El problema es que hasta llegar aquí son víctimas y han ejercido sin saber que lo son, con las secuelas del abuso sexual infantil. Lo que hace la mente es poner todos sus esfuerzos en olvidar el trauma, porque es lo que necesita para sobrevivir. El primer paso cuando llegan aquí, porque se sientan mal en sus vidas por distintos motivos, es tomar contacto, tener conciencia de las secuelas individualmente y asumir que son víctimas, que tienen unas secuelas con las que hay que trabajar para que dejen de hacer daño.

¿Es complicado?

Hacemos un acompañamiento a través de grupos de ayuda mutua. Todas son personas que han sufrido abusos y van hablando de sus problemas, dificultades y se les van enseñando cuáles son las secuelas y luego cada uno va viendo cómo le han afectado. Son comunes para todas las personas, lo que pasa es que cada uno tiene las suyas en mayor o menor grado, de ahí que se haga individual.

¿Cuáles son esas secuelas?

Son la ira y la culpabilidad. Hay que ver cómo le han afectado. Hay que tener en cuenta que el abuso sexual siempre va acompañado de maltrato sicológico, y luego hay que analizar cada caso. Puede haber maltrato físico, abandono, negligencias o no. No se puede generalizar.

Comenta que lo general es que a Garaitza acudan adultos.

Atendemos a partir de 18 años. La edad mínima que hemos atendido ha sido de 19 años pero son casos excepcionales.

Ese sentimiento de culpabilidad parece determinante.

El abuso sexual es un abuso de poder siempre y luego está la coerción. Por eso, generalmente, no va unido al maltrato físico, porque no es necesario. Lo que hay es coerción, engaño. Es un mecanismo muy perverso. Hace cómplice al niño o a la niña que, al ser una persona inmadura a nivel físico o sicológico, asume esa culpabilidad.

¿Es importante el entorno a la hora de tratar de superarlo?

Estamos frente a un problema social para el que la sociedad todavía no está preparada. Hay mucho que aprender y hacer. El tener un entorno protector de familia, amigos… es de gran ayuda. Es un proceso personal pero puede ser beneficioso.

¿Qué puede hacer la sociedad?

Primero, tomar conciencia. Estamos hablando de que el 20% de las mujeres y el 13% de los hombres han sufrido abusos sexuales en la infancia, absolutamente en todas las clases sociales y en toda la geografía. Tenemos que ser conscientes de que esa realidad está ahí y no la vemos porque pensamos que es algo que no existe. El abuso sexual ocurre entre un niño o una niña y un adulto, y en un sitio donde no hay nadie más, con lo cual lo normal es que nadie se dé cuenta, salvo que nos empecemos a preparar e informar para identificarlo.

¿Cómo podemos detectarlo?

Lo básico es creer el relato. Un niño o una niña cuando hablan de abusos sexuales nunca mienten. Si me cuenta algo que tenga relación con un abuso sexual, creerle, no preguntarle y derivarle a un profesional. Decirle que ha sido muy valiente, gracias por habérmelo contado, gracias por haber confiado en mí y vamos a ver cómo podemos hacer para ayudarte.

Desde el ámbito institucional, ¿cómo habría que afrontarlo?

Es un tema que está sin poner encima de la mesa para trabajar. Como se ha tratado la violencia de género, que es un problema social, los mismos pasos hay que dar en todos los ámbitos con el abuso sexual infantil.

La prescripción es importante pues si no las víctimas no tienen derecho a la denuncia. La realidad es que para cuando saben que han sufrido abuso, la denuncia ha prescrito. Es importante que lo poco que llega a juicio, que es en edad infantil, sea juzgado por jueces que tengan una formación especial.

¿Cuál es el nivel de formación?

Estamos a cero. Hace unos años participé en unas jornadas específicas en Nafarroa y la demanda generalizada entre sicólogos, trabajadores sociales y otros profesionales era formación.

¿Dónde se produce?

El 85% es en el ámbito familiar. Ahora están saliendo a la luz muchos casos fuera de la familia, como clubes deportivos y colegios, pero no podemos olvidar que la gran mayoría se producen en el seno de la familia.

Alarman las datos.

Es la punta del iceberg. Es el tanto por ciento más pequeño. Estamos hablando del 15% cuando hay otro 85% aún oculto.

Un gran reto social

Cuando entramos en el ámbito familiar, en el individual, todavía es más complicado. Hay que cambiar hasta la manera de educar, la consideración que tenemos como padres, madres o adultos hacia niños y niñas. Hay mucho, mucho que cambiar en el aspecto educativo, cómo educamos...