Iraia OIARZABAL
TOLOSA
Elkarrizketa
MARINA SUBIRATS
SOCIÓLOGA

«El feminismo es el movimiento más potente de transformación ahora mismo»

Nacida en Barcelona en 1943 la trayectoria de Marina Subirats está estrechamente ligada a la sociología y la educación, siempre desde el feminismo. Ha ejercido como profesora universitaria y ostentado cargos en el Ayuntamiento de Barcelona.

No duda de la potencialidad transformadora del feminismo, se percibe en la consistencia de sus palabras y lo refleja su trayectoria. Marina Subirats defiende la importancia de la educación para luchar contra la desigualdad y promulgar los valores del feminismo. Cree que los resultados del trabajo de décadas desde el movimiento feminista están a la vista y aboga por seguir tejiendo alianzas en un momento en el que el extremismo ataca sus valores.

En un contexto en que se habla de un fortalecimiento del feminismo, ¿cuál es su lectura?

La situación actual es desde mi punto de vista contradictoria, pero en un punto la considero positiva. El año pasado se demostró que el feminismo había dado un paso adelante impresionante por varias razones. En primer lugar, porque fue la incorporación masiva de mujeres. Segundo, porque apareció una generación de mujeres jóvenes que durante años no había aparecido. Hubo un momento en el las que llevamos años nos preguntábamos: ¿acabará con nosotras este movimiento? Había una especie de parón generacional y de pronto ha habido un salto adelante. Esto lo ha normalizado la sociedad. Durante años que una mujer dijera que era feminista era una especie de enmienda a la totalidad y de pronto casi está de moda.

¿Qué pasa? Como siempre, cuando un movimiento social avanza se crea una reacción. Este avance de las mujeres, que es mundial, ha producido una reacción mundial aunque con diferencias. En EEUU, que sigue teniendo una gran influencia sobre el mundo, ha aparecido esta generación de mujeres, muy poderosas personalmente, muy definidas y con muchas ganas de cambiar las cosas. En este momento, el feminismo es el movimiento más potente de transformación y de apertura al mundo.

Estamos viendo que la derecha más extrema y ultraconservadora ataca las ideas que promulga un movimiento emancipador como es el feminismo.

Efectivamente esto que mencionaba anteriormente al mismo tiempo hace que la reacción sea más dura. Se está empezando a utilizar la lucha antifeminista como un elemento político de primer orden. En las últimas elecciones que hubo en EEUU se utilizó la idea de ‘hombres a mí’, algo que ya sucedió, por ejemplo, en la guerra en España. Las mujeres estaban saliendo de su papel y las primeras leyes del franquismo restringían sus derechos. Esta es la reacción que se está preparando y en España ha surgido de una manera muy rápida por la aparición de Vox y la derechización hacia el extremo.

El movimiento feminista ha respondido ante ello.

Hay todo un intento de destrucción de la democracia y no sabemos hasta dónde pueden llegar. Debemos tener muy presente cuáles son los objetivos de esta derecha.

Al fin y al cabo, los valores del feminismo defienden la igualdad en su sentido más amplio.

Desde mi experiencia en las instituciones, en una primera etapa fue muy importante cambiar las leyes. Luego nos dimos cuenta que no era suficiente, que había que cambiar las instituciones. Y luego nos hemos dado cuenta de que hay que cambiar las mentalidades. Las economistas feministas lo definen muy bien cuando dicen que el capitalismo es el enemigo de la vida. El feminismo no es solo que las mujeres queremos estar ahí, también queremos que el ahí sea de otra manera.

¿Cuáles diría en ese sentido, hacia ese cambio estructural, que son los principales retos y los logros alcanzados?

El cambio fundamental es el educativo. Después de la guerra el nivel educativo de las mujeres españolas era bajísimo. Se ha pasado de estos bajos niveles a niveles culturales más altos que los de los hombres. También en el mundo del trabajo, aunque no estamos en plena igualdad, las mujeres han escalado posiciones. En el mundo de la política también se ha aumentado la representatividad. Al mismo tiempo se ha logrado empezar a levantar la tapa de los grandes temas ocultos, como el de la violencia. Estamos lejos de la solución, pero se habla de ello.

En el tema de la violencia, precisamente una de las cuestiones en las que se incide es en la necesidad de cambiar el propio sistema establecido para responder ante esta violencia.

Hay que tener en cuenta que las políticas de derechas siempre son muy contrarias al feminismo y al avance de las mujeres. Esto tiene su base entre otras cosas en la posición de la Iglesia católica. Ahora que vienen elecciones hay que explicar muy claro todo lo que nos jugamos.

Hablaba de cambiar mentalidades, ¿diría que la resistencia al feminismo está muy arraigada en los aparatos del Estado?

Es el problema fundamental. Analizando la educación de niños y niñas me he dado cuenta de que el modelo de feminidad en la comunidad ha cambiado, se ha abierto. De modo que ahora si una niña tiene actitudes más parecidas a las de los niños, nadie se escandaliza ni se problematiza. En cambio si un niño tiene comportamientos parecidos a los que se consideran femeninos es todavía un escándalo y se ve como algo a corregir. Estamos inculcando a los niños un modelo de masculinidad que es el modelo del guerrero, del triunfador, del que manda.

Centra el foco en el modelo de masculinidad. ¿Cómo puede cambiar esto el feminismo?

Hay ya muchos grupos de hombres que trabajan por un nuevo modelo de masculinidad. Y el camino lo ha marcado el feminismo. Ahora, son ellos los que lo tienen que realizar. Hubo un momento en que era al revés, en los años 70 eran ellos quienes nos daban lecciones y nosotras reivindicábamos que era algo a tratar entre nosotras y donde ellos no entraban. Fue una pelea. Ahora pasa lo mismo, son ellos los que tienen que trabajar la masculinidad y ver por dónde la pueden cambiar.

Precisamente la educación es una de las vertientes que intenta atacar la ola reaccionaria. Ha ocurrido en Nafarroa con el programa Skolae.

Lo que quieren es justamente que no cambien estos modelos y lo atacan por el lado de la sexualidad. El proceso que se ha dado en España es absurdo: se ha pasado de una represión extrema de la sexualidad, de ser un tabú, a establecer una barra libre sin educar. La iglesia se ha opuesto frontalmente a toda educación sexual.

Por otro lado, la precariedad y los cuidados son dos de las cuestiones que más evidencian la desigualdad entre hombres y mujeres. ¿Cómo abordarlo desde las políticas públicas?

Ha habido una etapa en la cual las mujeres nos hemos incorporado al mundo masculino, pero no ha habido una etapa complementaria en la que los hombres se incorporan al mundo femenino. Esto ha significado un vaciar de energía a la familia y al cuidado, con lo que la reproducción también ha quedado desatendida.

Y la salida que se da a todas las carencias que hay en el ámbito de los cuidados es que las mujeres reduzcan su jornada laboral o sean otras mujeres las que trabajan en estos cuidados, normalmente en situaciones muy precarias

Las mujeres del mundo occidental hemos ido a trabajos pagados, que eran más prestigiosos, y hemos dejado una parte importante del cuidado en manos de las más desfavorecidas; de las que siguen teniendo que ejercer trabajo de mujer, mal pagado, mal valorado e inacabable.

Al principio de la entrevista comentaba que el feminismo está de moda. ¿Cree que conlleva el riesgo de que se banalice?

Las cosas cuando se generalizan mucho se banalizan siempre. ¿Por qué? Las primeras feministas, que éramos muy pocas, pusimos empeño en estudiar e investigar, pero no podemos pretender que todo el mundo haga lo mismo. Para muchas mujeres, ser feminista será cambiar un poco su visión del mundo. Estos riesgos están pero son más los beneficios. Sumar siempre es positivo.

También mencionaba que en un momento dado se percibe una especie de parón generacional. ¿Se daban ciertas cosas como logradas?

Sí. Hubo unas generaciones intermedias que se desentendieron de la política. Ahora se han repolitizado porque se han dado cuenta de que hay muchas cosas que les perjudican.

El pasado año, miles de mujeres salieron a la calle el 8 de marzo. Este año tenemos una nueva convocatoria. La diversidad y la capacidad de generar alianzas se presentan como claves para darle continuidad a toda esa fuerza manifestada.

Va a ser fundamental. Insisto mucho en la unidad del movimiento. Porque también hay provocaciones que tratan de diluir el movimiento y hay que tener cuidado en no caer en ello. Por ejemplo, el debate de la prostitución enfrenta a diferentes sectores del feminismo. Ocurre con otros temas como los vientres de alquiler. Son diferencias de criterio que hoy por hoy no podemos resolver y, en cambio, a nosotras nos debilitan enormemente. Veo un movimiento fuerte, pero con un talón de Aquiles. Es un poco lo que le sucede a la izquierda. Nos encanta discutir y darle vueltas a las cosas. Es importante saber lo que tenemos enfrente y cuál es nuestro adversario principal.