Lur Gil y Ainhoa Alberdi
Askapena
KOLABORAZIOA

La OTAN también destruye Euskal Herria

Los EEUU tienen 750 bases y misiones militares en 128 países del mundo. No vamos a empezar a enumerar las guerras que su obsesión militarista e imperialista ha causado, pero sí debemos decir que hace 33 años nos convirtieron en cómplice de todas ellas.

El 12 de marzo de 1986, a través de un referéndum fraudulento, nos metieron en la OTAN. Pero Euskal Herria, haciendo bandera de la lucha antiimperialista, fue ejemplo y rechazó esta estructura criminal, ya que éramos conscientes de que esa alianza imperialista no nos traería nada bueno, ni a nuestro pueblo ni a ningún otro.

De hecho, en la efeméride que hoy nos ocupa, queremos poner sobre la mesa el daño que la OTAN nos ha causado a todos los vascos y la complicidad latente que existe entre instituciones y empresas vascas y las guerras. A pesar de intentar ocultarlo, las guerras que la OTAN provoca a miles de kilómetros de aquí tienen un impacto directo sobre nosotros.

En la medida en que somos parte de los Estados español y francés, y por tanto, de la OTAN, a nivel económico, la cantidad anual de gasto militar que nos supone entre el cupo y el concierto es de 650.000 euros. A eso tendríamos que añadirle el gasto en la industria militar.

Ya es hora de poner nombre y apellido a los responsables de nuestro pueblo. Entre los años 1953 y 1974, Franco estableció el sistema de radar de la OTAN en el monte Gorramakil de Baztan, y desde 1951 está vigente el polígono de tiro de las Bardenas que provoca muertes, heridos, contaminación, enfermedades, etc. Pero a cambio de dinero la Junta de las Bardenas y los alcaldes de los municipios que lo conforman miran hacia otro lado. Por otro lado, el puerto de Santurtzi se sitúa en el puesto número 7 del mundo en venta de armas y en 2017 se enviaron 300 contenedores llenos de explosivos, la mayoría de ellos con destino a Arabia Saudí.

Además, son más de 100 las empresas vascas que destinan parte o la mayoría de su producción a la industria militar: Gamesa/Aernnova, Sener, ITP o SAPA son slo algunas de ellas. Y por supuesto, reciben subvenciones y premios por parte de instituciones públicas como Gobierno Vasco. A esto hay que añadirle que la mayoría de bancos en Euskal Herria (BBVA, Caixabank, Caja Rural, Kutxabank...) invierten nuestros ahorros en la industria armamentística.

Tampoco tenemos que olvidar que la Universidad Pública Vasca, la Universidad Pública de Navarra, la Universidad privada del Opus y la Universidad de Mondragón también tienen diversos acuerdos con la industria militar y el Ministerio de Defensa.

Todas estas entidades mencionadas son por tanto cómplices de las agresiones imperialistas y de sus consecuencias.

Sin embargo, las luchas surgidas para hacerle frente han sido muchas: a favor de los derechos de las personas migradas, en contra de la industria armamentística vasca, denuncias contra las exportaciones desde el puerto de Santurtzi, protestas contra el polígono de tiro de las Bardenas, denuncias contra agresiones imperialistas, marchas feministas antiimperialistas, muestras de solidaridad internacionalista, luchas contra el racismo y la xenofobia...

Es imprescindible seguir tejiendo redes y alianzas entre movimientos populares en Euskal Herria, ya que solo entrelazando todas esas luchas conseguiremos crear un movimiento antiimperialista amplio, diverso y fuerte. Se les tiene que acabar el chollo de la impunidad a los cómplices del imperialismo en Euskal Herria y tenemos que aunar fuerzas y compromisos en contra de ese modelo que no hace más que generar muerte y destrucción.