GARA
DONOSTIA

Agnès Varda, la pequeña gran dama de la Nouvelle Vague

La cineasta francesa Agnès Varda, una de las pocas figuras femeninas de la llamada Nouvelle Vague y Premio Donostia en 2017, falleció ayer a los 90 años. La cineasta saltó de un género a otro dejando títulos como «Cléo de 5 à 7» o «Sin techo ni ley».

Con una vida asociada de forma indisoluble al cine francés, la directora belga Agnès Varda, fallecida a los 90 años de edad, revolucionó la gran pantalla como pionera de la Nouvelle Vague, con la que pasa a la historia.

Cuando el resto de futuros integrantes de ese movimiento cinematográfico vanguardista todavía experimentaban con el cortometraje, como Jean-Luc Godard, François Truffaut, Eric Rohmer, Claude Chabrol o Jacques Demy, ella se adelantó cinco años a esa ruptura con los cánones de la narrativa dominante.

Varda fue pionera por partida doble. Impuso su menuda figura en un mundo masculino y aprovechó su eco mediático en favor de la causa feminista: en 1971 firmó el “Manifiesto de las 343” para la legalización del aborto, y en 2018, en Cannes, posó junto a otras grandes mujeres del cine para exigir igualdad y diversidad real en el sector.

La cineasta saltó de un género a otro, del documental a la fotografía, la ficción o a instalaciones artísticas, guiada por sus ganas en cada momento, y deja una carrera en la que destacan títulos como “Cléo de 5 a 7” (1962), con el que pisó por primera vez la alfombra roja del certamen de la Croisette.

“La felicidad” (1965), “Sin techo ni ley”, que le valió el León de Oro de Venecia en 1985, “Los espigadores y la espigadora” (2000) o “Caras y lugares” en 2017 se añaden a más de 20 cortometrajes y a producciones para televisión.

Siempre humilde

«Mis películas nunca han generado dinero, eso es algo que no me incomoda porque he tenido otras satisfacciones, como cuando he estado en Brasil, Corea del Sur o en Japón, y encuentro en esos lugares a gente que adora mi trabajo. Nada más por eso me siento afortunada», comentó en una entrevista concedida a GARA en 2018.

Sobre su primera película, “La Pointe Courte” (1955), la cual fue considerada «bastante radical» manifestó humildemente que «yo no es que estuviera rompiendo las reglas, más bien estaba inventado las mías, para mí siempre fue importante hacer un cine significativo, sin buscar fama ni fortuna».

Un cáncer acabó con su vida en la madrugada de ayer, apenas dos meses después del fallecimiento de otro icono de la Nouvelle Vague, el compositor Michel Legrand, autor de las bandas sonoras de referentes como “Banda aparte”, de Godard, o “Los paraguas de Cherbourg” y “Las señoritas de Rochefort”, ambas de Jacques Demy.

Varda compartió con Demy profesión y vida. Desde su boda en 1962 no se separaron hasta la muerte del director, en 1990. Su unión traspasó la gran pantalla, puesto que Varda se inspiró en su vida para filmes como “Jacquot de Nantes” (1991).

Varda era, según afirmó tras conocer la noticia de la muerte de la directora el también director Claude Lelouch, de 81 años, «fue una mujer que no hizo más que cosas positivas», cuyo fallecimiento supone una «pérdida importante» para la cinematografía.

La cineasta dejará además para la memoria su inconfundible corte de pelo de tazón y bicolor, blanco y rojo, reflejo de una vitalidad y de una modernidad que no decayó con los años.