Para su nuevo largometraje, el director de Valencia Marco Lledó Escartín nos lleva a una geografía atípica no solamente dentro de la cinematografía española, sino directamente dentro del panorama fílmico mundial. En el corazón de la península balcánica, late con –aterradora– fuerza el espíritu de una historia (y también de una Historia) no resuelta. La acción de “The Invocation of Enver Simaku” empieza en 1997, en una Albania en plena convulsión.

La histeria en la que se ha instalado dicho país se debe primero a su mala transición del bloque soviético al «occidental», y después, al estallido de un escándalo económico de naturaleza piramidal. Unas circunstancias que inevitablemente nos acercan al mismísimo Apocalipsis... y efectivamente. Tras un prólogo de estilo found footage, la película nos lleva hasta la actualidad, donde un hombre intenta sanar las heridas de aquel terremoto. En aquel preciso momento, el protagonista perdió a su mujer para siempre, y desde entonces, intenta comprender por qué.

Lledó Escartín propone un acercamiento al cine de género (de terror hablamos) atípico, y ya por esto, reivindicable. Al igual que Toni Comas en aquella rareza titulada “Indiana” (film recomendable para acabar de entender los escalofríos que invoca el espíritu de Enver Simaku), juega constantemente con las nociones de realidad y ficción con las que seguramente acudimos a la proyección.

Como ya hicieran los hermanos Coen en la celebrada “Fargo”, el director español funde la mentira y la verdad para crear así un cuerpo extraño en el que lo sobrenatural es la manifestación más lógica de una crónica histórica cuya ambigua naturaleza sigue cobrándose víctimas. Como ejercicio puro de terror es desconcertante (a veces para bien, otras para mal); como reflexión sobre cómo el fantasma del pasado condiciona los miedos del presente, es ciertamente estimable.