Aritz INTXUSTA
IRUÑEA

El centro calmado y la vieja guardia de Barcina pugnan por la UPNA

La UPNA decide hoy entre dos candidatos a rectores, cada uno representante de una sensibilidad política: Cambio y Régimen. A diferencia de lo que sucede en el Parlamento, el sector más afín a UPN fue apartado de la cúpula de la Universidad Pública hace 16 años. Ahora, María José Beriáin aspira a desbancar al profesorado más progre.

El viejo sector del rector Antonio Pérez-Prados ha visto su oportunidad este año. Tratan de poner fin a 16 años de cambio en la Universidad Pública de Navarra. Su candidata es María José Beriáin, que disputa el rectorado al ingeniero oficialista Ramón Gonzalo, que sigue la senda de Alfonso Carlosena.

Las elecciones por el rectorado tienen, en esta ocasión, más miga que de costumbre. Desde que en 2003 Pedro Burillo arrinconó al sector de Pérez-Prados (que tuvo como vicerrectora a Yolanda Barcina), este grupo de profesores muy en la línea de UPN no han levantado cabeza. Pérez-Prados continuó con sus ambiciones como parlamentario en las listas de Barcina cuando ganó la Presidencia. El exrector, sin embargo, tuvo una actuación pobre en el Parlamento, poco acorde para el currículum del matemático.

Al jubilado Burillo le siguieron dos rectores de su cuerda: Julio Lafuente y Carlosena, cuya decisión de no repetir causó sorpresa. A su sombra, se generó en la UPNA una especie de nuevo centro, donde existía un buen entendimiento entre un PSN con aire más jatorra y nuevas hornadas de tecnócratas sin una implicación política decidida y profesionales de simpatía abertzale. Adscribibles, en líneas generales, a los postulados políticos de Geroa Bai. En la UPNA, la izquierda abertzale es muy minoritaria y no tiene opciones.

Mientras en el plano parlamentario se frustraban las posibilidades de acuerdo entre abertzales y el PSN con el «agostazo de 2004» y el afianzamiento del Régimen bajo la égida de Miguel Sanz, el microcosmos universitario permitía y estabilizaba este pacto. Tras este tiempo, en la UPNA gobierna un centro poco comprometido políticamente, moderado, muy tibio en lo lingüísticos, pero sin euskarafobia.

El actual Gobierno del cambio ha bebido mucho de este grupo. Uxue Barkos se llevó a la consejera Ana Ollo y al vicepresidente de Derechos Sociales, Miguel Laparra, así como otros nombres clave del Gobierno, como Pello Pellejero.

El momento oportuno

Son varios los factores que empujan a Beriáin a plantar cara a Gonzalo. La UPNA tiene vida propia y la reciente fusión de departamentos ha alterado los cotos cerrados de los catedráticos, generando malestar. A ello hay que sumar cierto agotamiento, pues ya van para 16 años de línea continuista del sector progre.

Y está también el acicate personal de Barcina. La expresidenta ha vuelto a la universidad –de donde Miguel Sanz la reclutó para Consejera de Medio Ambiente en 1996– y es compañera de Beriáin en el departamento de Bromatología. La actual candidata ha tratado de marcar distancias con Barcina, pero es un secreto a voces que está detrás, e incluso se han producido algunos encuentros con un punto clandestino entre ambas, Pérez-Prados y Fátima Baigorri.

Más allá de las procedencias ideológicas, esta guerra de élites se está viendo atravesada por la implantación del Grado de Medicina. Actualmente, está todo listo para que los primeros médicos del sistema universitario público de Nafarroa puedan comenzar sus estudios el próximo mes de setiembre. Solo falta la aprobación del ente estatal que vigila la calidad formativa, conocido por las siglas Aneca. La semana pasada, el Gobierno informó de dos nuevos títulos y se presume que la aprobación de Medicina está al caer.

Este grado es particularmente polémico, puesto que quitaría el monopolio formativo de los médicos a la Universidad del Opus Dei. En este punto, el discurso de Beriáin se distancia del de Gonzalo. «Tenemos otra facultad de Medicina al lado con prestigio y arraigo y lo ideal sería crear una que se adaptase a eso», apuntó Beriáin en una entrevista reciente.

El empeño por sacar Medicina en la UPNA ha sido una demanda histórica de la izquierda en Nafarroa, pues se democratizaría el acceso a esta formación desde un punto de vista económico y se evitaría el adoctrinamiento en ciertos temas de bioética hacia los sanitarios. Y, en este punto, una eventual rectora reacia supondría una dificultad añadida a su implantación.

En cualquier caso, la votación de hoy se antoja como un curioso prolegómeno de las elecciones del día 26. Si bien, para dónde se decante la moneda no será demasiado sintomático, pues las claves internas de la UPNA se antojan determinantes.