Jon ORMAZABAL
Pelota

El regreso a la raíz devuelve a Iker Irribarria a 2016

El de Arama no dio ninguna opción a Elezkano y repetirá la final ante Urrutikoetxea en la que fue campeón.

ELEZKANO 12

IRRIBARRIA 22

 

Hace ahora tres años, los tremendos pelotazos de un joven y casi desconocido goierritarra sacudieron los frontones de Euskal Herria. Eran tiempos de incertidumbre para Aspe por los problemas de Juan Martínez de Irujo, pero la revolución Irribarria, quizá de menor intensidad que la promovida por el de Ibero, generó otro torrente de ilusión proclamándose el campeón manomanista más joven de la historia con 19 años. No hemos tenido campeón para muchos años como se escribió entonces, pero el de Arama vuelve a palpar unas sensaciones similares a las de entonces, y dentro de dos semanas repetirá aquella puerta a la historia frente a Mikel Urrutikoetxea, tras deshacerse de su paisano Danel Elezkano ayer en Eibar.

Por supuesto, ni nada está escrito ni el momento tiene parecido alguno con el de 2016, pero esa búsqueda de la esencia que el de Arama comenzó en el último Parejas, parece estar teniendo éxito en su competición fetiche, el Manomanista.

Ayer le tocó comprobarlo y sufrirlo a Danel Elezkano que, en su escalada a la elite, ayer se sintió pequeño ante el poder de su rival. Un tanto de suerte y otro de saque le dieron esa ventaja inicial tan importante en estos partidos (2-0), pero la tarde se comenzó a torcer en la pasa cometida en el que era su segundo saque del partido. Un error grave, pues despertó al mejor Irribarria, al que solo pudo resistir su primer arreón (3-3). Y es que, el de Arama comenzó a soltar esos zurdazos que parecen golpeados a pala y cualquier defensa se antoja escasa ante semejante poder.

Acierto con el saque

Para colmo de desgracias del zaratamoztarra, Irribarria comenzó a ajustar su saque, muy arrimado a pared, un arma con el que no se había prodigado en este Manomanista. No fue excesivo el número de tantos conseguidos de forma directa, pero los restos de Elezkano le posibilitaron abrir huecos enormes con el segundo pelotazo –llegó a poner dos rebotes– (3-9).

El frontón era el mismo remozado Astelena en el que se estrenó ante Víctor, con el mismo suelo rápido y el techo bajo, pero la confianza de Irribarria era exponencialmente mayor y esos problemas se esfumaron, porque fue él quien tuvo el mando del partido.

Obligado a arriesgar a la mínima oportunidad, tampoco estuvo especialmente acertado Danel Elezkano que, no obstante, en una fase en la que encontró las cosquillas de su rival en las tablas de la contracancha, logró acercarse a cuatro tantos (7-11).

Sin embargo, esa inferioridad en la pegada obligaba al vizcaino a acertar mucho con el saque y a ajustar otro tanto sus remates, aspectos ambos en los que tampoco tuvo su mejor día, con lo que sus opciones cayeron todavía un poco más.

Lo vio un Irribarria que vuelve a entender que, con ese don que posee, no necesita exponer tanto en sus remates y planteó un partido serio y sólido, abriendo huecos con sus dos cañones y buscando las pelotas buenas con confianza.

 

Sexta final en tan solo cuatro años

Habrá quien siga manteniendo que el de Arama no ha cumplido con las expectativas que algunos pusieron con su meteórica irrupción en el panorama profesional vía Manomanista, pero lo cierto es que el pasado 22 de marzo se cumplieron cuatro años desde que Iker Irribarria debutara en el Astelena y precisamente en la Catedral eibartarra firmó ayer el pase a la que será su sexta final como profesional antes de cumplir los 23 años. Casi nada.

Al poco de debutar, cedió en la final del Manomanista de Promoción ante Víctor en 2015 y luego ha disputado dos finales del Manomanista, campeón ante Urrutikoetxea en 2016 y subcampeón frente a Bengoetxea en 2017. Ese mismo año estrenó su palmarés en el Parejas junto a Beñat Rezusta y no pudo hacerse con la txapela hace apenas dos meses ante Elezkano-Rezusta, con Zabaleta como zaguero. Por lo visto, el Cuatro y Medio parece su mayor reto. J.O.