Iñaki LEKUONA
Periodista
AZKEN PUNTUA

Constitutivo de delito

Anda Macron inmerso en dejar su muesca en la Historia de Francia como uno de los grandes presidentes de la República y se le ha ocurrido que una reforma constitucional podría ser una de las maneras de que su nombre quede grabado en el mismo mármol que sus ilustres predecesores. Pero para ello su enmienda tendría que ser reformadora y no hay visos de que así sea, porque eso sería mucho cambiar. Como dijo Mitterrand tras ganar las presidenciales de 1981, «lo que haya que cambiarse ya se cambiará; por el momento, me acomodo». Y se acomodó. Y sí, su gobierno fue progresista en muchos aspectos, pero la estructura del Estado siguió encofrada en el hormigón armado que diseñó Charles de Gaulle. Como Mitterrand, Macron se acomoda, pero su vanidad desea que la ortodoncia que le pagaron sus progenitores quede fotografiada en la Constitución, y para ello necesita un rollo fresco. Algo como añadir en el artículo primero que «la República actuará en favor de la preservación del medio ambiente, de la diversidad biológica». Precioso. Ahora, lo de preservar la diversidad lingüística y cultural, si eso, otro día. De momento, sigue sancionado el profesor reunionés que, ante un Inspector de Educación, osó dirigirse al claustro de su centro en la lengua de la isla. Una pequeña reforma y expresarse en otro idioma que no sea francés será pronto constitutivo no ya de sanción, sino de delito.