Belén Martínez
Analista social
AZKEN PUNTUA

El legado de Esporrín

Antes fue Huntington y el exceso de democracia. Ahora, la demofobia como síntoma del disfuncionamiento democrático, del mercadeo político y la volatilidad electoral.

Maite Esporrín, candidata del Partido Socialista de Navarra al Ayuntamiento de Iruñea, pretende dar al traste con el demos y, de soslayo, denigrar la matriz del socialismo «del cambio». La candidata del asalto al Fort Apache no puede ocultarse en el lenguaje y, mostrando sus credenciales, arremete: «Nos alegra mucho poder decir ¡agur, Asiron!». La gesticulación que acompaña al adiós es el peor canibalismo político que aviva la idea de que EH Bildu constituye una amenaza (abstracta) ética y política. Como si ella fuera a traer rojas alegrías.

Esporrín representa la tercera vía de la tercera fuerza que ha extirpado de su discurso la justicia social, la igualdad, las libertades y la redistribución de las riquezas. Un discurso en el que el tiempo de cerezas se desvanece interrumpiendo la Historia y atrofiando la experiencia. Ella no hace una legítima defensa de la democracia y la República, como lo hiciera Julia Álvarez Resano.

La extrema derecha ha penetrado en la corriente principal conservadora. Su producto se llama Navarra Suma. Iruñea será –o no– un laboratorio político, un banco de pruebas del que podemos extraer lecciones útiles.