Beñat ZALDUA
DONOSTIA
MAPA MUNICIPAL DE HEGO EUSKAL HERRIA

Pequeñas grietas en el dominio local del PNV, basado en las capitales y en el PSE

Antes de pasar página y olvidar el 26M, cabe dar un último vistazo al mapa que dejó la elección de alcaldes, esta vez desde otra óptica: el número de habitantes que vive bajo gobiernos locales de un signo u otro. La foto fija confirma el dominio de PNV y Navarra Suma, pero la comparación con otras legislaturas muestra una evolución significativa.

Elegidas ya las corporaciones municipales de pueblos y ciudades, y antes de sumergirnos en un sopor veraniego del que solo la formación de Gobierno en Nafarroa y la investidura de Pedro Sánchez podrán intermitentemente sacarnos, conviene echar un último vistazo al mapa municipal que queda tras las elecciones del 26 de mayo y los plenos del 15 de junio. Proponemos hacerlo bajo una óptica distinta al resultado electoral, fijándonos en el número de habitantes que serán gobernados por un partido u otro.

En la CAV, la foto fija es indiscutible. El PNV gobierna, según los datos de Eustat de 2018, municipios en los que viven, en total, 1.587.747 personas; a gran distancia se sitúan las 336.369 personas que viven con alcaldías de EH Bildu y las 213.425 que lo hacen con primeros ediles del PSE. Qué decir de los 521 alaveses gobernados por el PP en toda la CAV; Mañueta y Navaridas son las últimas reservas de la derecha española en Araba.

El dominio del PNV se cimenta en unos buenos resultados electorales (408.462 votos), pero se construye sobre el pacto generalizado con el PSE, que le permite optimizar al máximo las papeletas obtenidas en las urnas. Aunque la literatura jeltzale explica que su amplio poder municipal se debe a la capacidad de pactar entre diferentes, lo cierto es que, en su inmensa mayoría, se limita a su capacidad de reproducir el pacto con el PSE. Así –y gracias también al sistema de elección de alcalde, que premia a la lista más votada–, por cada voto obtenido, el PNV logra gobernar sobre 3,89 personas. Es un rendimiento muy superior al de EH Bildu (1,2 personas por voto) y al del propio PSE (1,17).

Esto se hace evidente sobre todo en Gipuzkoa, donde se puede hablar prácticamente de un empate técnico entre PNV y EH Bildu (les separan 1.511 votos). Los 61.782 votos del PSE, sin embargo, acaban decantando la balanza a favor de los jeltzales, que gobiernan sobre 352.037 guipuzcoanos y guipuzcoanas, frente a 204.982 que viven en Ayuntamientos gobernados por alcaldes de EH Bildu.

Aunque los pactos que impiden gobernar al candidato más votado –Andoain y Pasaia a un lado, Durango y Galdakao al otro– se llevan los grandes titulares, conviene no perder de vista que son muchísimos más los Ayuntamientos en los que la fuerza más votada no cuenta con mayoría absoluta y es apoyada por otra menor para hacerse con la alcaldía, sea por acción o por omisión. En este marco, son mayoría los municipios en los que el PNV no logra la mayoría suficiente para gobernar por sí sola. Es decir, ayuntamientos en los que el pacto entre PNV y PSE cierra la puerta a otras mayorías que, aritméticamente, son posibles.

Los datos también reflejan, por otro lado, la segunda pata del poder municipal jeltzale, así como el principal punto flaco de EH Bildu: las grandes ciudades y, en especial, las capitales. Sin las 767.614 personas que viven en Bilbo, Gasteiz y Donostia, el dominio del PNV sería mucho más matizado. Así pues, las capitales y el férreo pacto con el PSE forman, quizá a la misma altura que los mismos resultados electorales, la base del poder municipal jeltzale.

¿Eppur si muove?

Unas elecciones, en cualquier caso, nunca son una foto fija. Conviene ponerlas en comparación con elecciones anteriores para observar la evolución y anticipar tendencias. Tras la ola de EH Bildu en 2011, los resultados de 2015 fueron explicados como cierto regreso a la normalidad anterior, mientras que las elecciones de este año se han presentado como la confirmación de dicho statu quo. Una lectura apuntalada por una sorprendente y casi unánime asunción de un relato sobre vencedores y vencidos de la reciente contienda electoral.

La victoria del PNV es indiscutible; los números hablan por sí solos, pero la evolución respecto a los resultados de 2015 muestra algunas grietas en la hegemonía jeltzale. Para quien las quiera ver, claro está, que ya se sabe que la tendencia al optimismo va por barrios.

Porque dicha evolución deja una cifra que tampoco se presta a demasiadas discusiones: la diferencia entre PNV y EH Bildu –en número de habitantes bajo alcaldías de un signo u otro– se ha reducido en cuatro años en 147.537 personas. Es decir, los jeltzales gobernarán los próximos cuatro años sobre 69.838 personas menos que en los cuatro años anteriores, mientras que el independentismo de izquierdas lo hará sobre 77.699 personas más que en entre los años 2015 y 2019.

Aunque en Araba la evolución es inversa, sobre todo debido al cambio en Laudio (municipio de 16.597 habitantes que ha pasado a manos del PNV), en Gipuzkoa la evolución a favor de EH Bildu es notable. En 2015-2019 PNV gobernó sobre 413.205 guipuzcoanos y ahora lo hará sobre 352.037. EH Bildu, por contra, pasa de 151.912 a 204.982. Aunque más discreta, la evolución es parecida en Bizkaia, donde el PNV gobernará sobre 27.694 personas menos que en la anterior legislatura, mientras que EH Bildu lo hará sobre 41.226 más.

 

Nafarroa, un regreso al pasado con matices importantes

En Nafarroa, ya se sabe, la realidad es bien diferente. Para empezar, porque son multitud los municipios en los que gobiernan agrupaciones electorales que, a veces se identifican fácilmente con una opción política, pero otras muchas veces responden a lógicas exclusivamente locales. Para facilitar el trabajo hemos tomado las cifras de los 20 principales municipios, que concentran a dos tercios de la población navarra. Y dado que los resultados de 2015 fueron la excepción a la norma conocida hasta el momento, hemos recuperado también las cifras de 2011 para proponer una lectura de la evolución algo más profunda. Las cifras de población corresponden a 2015.

Porque lo de hace cuatro años fue un vuelco en toda regla al mapa municipal de Nafarroa. Baste decir que EH Bildu gobernó nueve de los 20 principales municipios, incluida la capital, y que los Ayuntamientos de las fuerzas del cambio se elevaron a 18 de 20. Para captar la dimensión del cambio producido hace cuatro años se puede recordar también que, entre 2011 y 2015, UPN y PSN tuvieron la alcaldía en 13 de los 20 primeros municipios navarros, gobernando sobre 369.096 personas. En la anterior legislatura, sin embargo, solo conservaron Citruénigo (UPN) y San Adrián (PSN), que suman 13.975 habitantes.

En este sentido, el regreso al marco del pasado en Nafarroa resulta difícilmente discutible tras el 26M. Igual que en el caso de la CAV, además de unos buenos resultados, el despliegue de Navarra Suma ha venido facilitado por los votos del PSN, que se han negado a habilitar otras mayorías aritméticamente posibles y políticamente asumibles. Con todo, la puerta al optimismo sigue abierta si, en vez de 2015, tomamos como base para la comparación 2011. Pese a presentarse junto a PP y Ciudadanos, UPN gobierna sobre 26.515 personas menos, mientras que EH Bildu dobla los resultados de hace ocho años, llegando a los 49.321.B.Z.