Victor ESQUIROL
VERSIÓN ORIGINAL (Y DIGITAL)

Joyas de la Atlàntida (I)

Es julio, por fin, lo cual se traduce, siempre en términos de Video On Demand, como uno de los meses más felices del año. Es tiempo de Atlàntida Film Fest, nuestro festival online favorito, el cual llega a su novena edición ofreciéndonos, como viene siendo –sanísima– costumbre, un centenar de títulos distribuidos a lo largo de nueve secciones distintas. El objetivo, ya lo sabemos, es tomar el pulso de ese extraño (y por esto apasionante) sujeto al que llamamos Europa.

Hacerlo, cómo no, a través del cine. A través de títulos icónicos (véase la retrospectiva dedicada al reverenciado cineasta británico Ken Loach) y de cintas que aún tienen que ser descubiertas. En esta segunda línea de programación, es donde el Atlàntida vuelve a descubrirnos su inmenso potencial, acercándonos a aquel cine de autor que inevitablemente nos deja temblando.

Da fe de ello la húngara Zsófia Szilágyi, quien con su ópera prima causó sensación el año pasado en la Semana de la Crítica del Festival de Cine de Cannes. “One Day”, que así se titula, es el seguimiento (o más bien acoso) que la cámara de dicha directora dedica a Zsófia Szamosi, impecable en el papel de madre al cargo de una camada de niños que, evidentemente, exigen una atención plena y constante.

La acción, como anuncia el propio título, transcurre a lo largo de un solo día. De una jornada laboral cualquiera, en la que la protagonista tendrá que ir haciendo malabarismos para satisfacer a todos los críos que han quedado a su cargo. Estrés asfixiante y realista, como el que pregonaron Kristina Grozeva y Petar Valchanov en la magistral “La lección”. Esto sí, la carga moral de aquel relato se reduce aquí para ahondar en el retrato veraz de unas angustias con las que muy fácilmente se puede empatizar... por mucho que la maternidad (incluso la paternidad) sean estados totalmente ajenos al espectador. Discreto aunque contundente milagro del «cinéma vérité»: durante buena parte de la hora y media de metraje, podría parecer que Szilágyi se hubiera propuesto dar cuerpo fílmico a la medida contraceptiva más efectiva de la historia de la humanidad... si no fuera, claro está, por un desenlace maravilloso, que nos hace ver la luz al final del túnel más oscuro.

Debatiéndose entre la esperanza y la desazón, llega el nuevo trabajo de Nicolas Philibert, quien sigue reivindicándose como uno de los documentalistas más en forma del continente europeo. Como ya hizo en su anterior trabajo, la muy estimable “La maison de la radio”, adapta la fórmula observacional del maestro Frederick Wiseman para acercarnos, “En todo momento”, al proceso de formación de un grupo de enfermeros franceses. Los secretos de un oficio tan metódico como este casan a la perfección con un proceso (el cinematográfico) que, para mayor gozo, decide empaparse de las virtudes (pero también de los dolores) de su objeto de estudio. Ahí va una película que, como los mejores profesionales, sabe mirar y escuchar para aprender; para que nosotros lo hagamos con ella. Para que el rol pasivo normalmente atribuido al espectador, pase a casi activo. Por pura empatía humana.