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Chatuzange-le-Goubet

El cultivo de lavanda, un nuevo Eldorado para los agricultores franceses

Atravesando un campo gris azulado en el sur del Estado francés, un tractor armado con una especie de pinza de cangrejo cosecha manojos de lavanda, que son recipientes de aceite esencial y también del sueño de prosperidad para cientos de granjeros en pleno apogeo de este cultivo. Su rendimiento económico es mayor que el de los cereales.

«Las plantas se ven un poco grises porque están descoloridas, pero es la mejor fase respecto a la cantidad y calidad del aceite esencial», explica a AFP Vincent Jamonet, jefe de explotación en el departamento de Drôme (sudeste del Estado francés).

Los haces se transfieren a toda prisa a una tolva y enseguida se transportan a la destilería vecina. Cerca de allí, los campos de lavandín, una variedad híbrida más productiva y resistente a las enfermedades, se extienden bajo el sol, vigilados por el macizo de Vercors, produciendo un aroma alcanforado, menos dulzón que el de la lavanda.

Las explotaciones de la familia Jamonet abarcan una superficie de 100 hectáreas de plantas aromáticas, de ellas 20 hectáreas de cultivo bio, y tiene como objetivo llegar a 150 hectáreas. ¿Cuál es su motivación para convertir los campos de cereales en “oro azul”? Mejorar la biodiversidad, pero también «el rendimiento, que es un poco mejor que el de los grandes cultivos como maíz, trigo o cebada».

Tras haber sido despreciada durante años a causa de una enfermedad bacteriana, la lavanda francesa ha reencontrado sus colores gracias a la explosión de la aromaterapia.

El de las plantas de perfume (aromáticas y medicinales) es el único cultivo que está aumentando su superficie en el Estado francés, según indica Laurent Quadrio, de la Cámara de Agricultura de Drôme.

Si bien todavía no ocupa más que un pequeño trozo de tierra a escala de la agricultura francesa con sus millones de hectáreas, este cultivo ha pasado entre los años 2010 y 2016 de 38.000 a 53.000 hectáreas, lo que refleja un incremento de cerca del 40%, mientras que otros apenas subsisten frente a la urbanización de los suelos.

En diez años, el Estado francés ha pasado de contar con 1.000 productores a unos 1.400, que abastecen a 12o destilerías.

«Actualmente, es un sector que alimenta a quien lo cultiva y que permite que se instalen jóvenes agricultores. Hace falta que el mercado se desarrolle al mismo ritmo. Cada año decimos que esto se va a calmar, pero no es así», explica Alain Aubanel, presidente del Comité Interprofesional de Aceites Esenciales Franceses (Cihef).

Producción búlgara

Si el delicado aceite esencial de lavanda –producto noble destinado a perfumería, aromaterapia y cosmética– se vende a precios estables, entre 100 y 150 euros el kilo, el aceite de lavandín, destinado a jabones y detergentes, se vendía el pasado año a entre 28 y 40 euros, lo que supuso una subida del 20% respecto al año anterior y del 30% en cinco años, apunta Aubanel.

El único problema es Bulgaria, que hace unos años arrebató a Francia el liderato mundial en lavanda tradicional y que anuncia una producción histórica de aceite esencial. «Bulgaria sacará este año 600 toneladas, contra las 250-300 del año pasado. Nosotros, 120», señala Aubanel. «Pero no jugamos en la misma categoría», tranquiliza. «Las grandes casas francesas –Dior, Chanel, Guerlain, L'Occitane, L'Oréal, Yves Rocher– compran lavanda francesa», resalta.