Antonio Alvarez-Solís
Periodista
AZKEN PUNTUA

Francesc de Carreras

He leído con mucha atención, e incluso ternura, unas declaraciones en que Francesc de Carreras explica por qué ha abandonado el partido «Ciudadanos» que él contribuyó a crear desde Catalunya. Resumamos al personaje, pues le vi nacer a la política: Carreras era uno de aquellos jóvenes que creían que se podía cambiar España, ya hacia el comunismo, el socialismo o el liberalismo desde el Passeig de Graciá o desde los magníficos fines de semana en la Costa Brava. Se volcaron en cátedras que les cayeron en las manos como fruta madura, si acepto esta expresión de Franco el Genocida al referirse a Gibraltar y ante su impotencia frente a Londres.

Ahora Francesc dice de Rivera que es un nacionalista español –lo que culmina un cerebro inundado por el colonialismo–, un bloquista encajado en el bipartidismo, que entiende la política como mercadotecnia, escaso de materia gris en el análisis político, aspirante a la Moncloa como sede de su partido, caprichoso, rodeado de una corte de consejeros inconvenientes, simple, incapaz de escuchar a dos pesos pesado como ¡Felipe González o José María Aznar! –juro que los ha definido así– y convencido de que hay que eyectar de Catalunya a la jerezana Sra. Arrimadas para facilitar un debate liberal.

Francesc, fill meu! ¿Y para decir todo eso has tenido que llegar a los cincuenta y seis años? ¡Francesc…!