Maite UBIRIA BEAUMONT
BAIONA

Una lucha heroica contra el termómetro antes del estallido de la fiesta

Las horas previas al arranque oficial de las fiestas tienen la reputación de ser un tiempo de remanso en el que los locales toman el pulso a la calle, sin demasiadas prisas ni aspavientos, a sabiendas de que al caer la noche rugirá la marabunta. Sin embargo, la alta temperatura aceleró el pulso, y despertó la sed, mucho antes de que las llaves abrieran la puerta de la fiesta.

Nada de lo vivido ayer, a puro sol o a la sombra de una noche de bochorno, contará como atenuante para los que se adelantaron al arranque de fiestas.

La máxima de adentrarse paso a paso -si se prefiere escríbase con “v”- en el bulevard festivo cayó en saco roto. Ese termómetro, empecinado en desbordar los 30 grados, ofreció la excusa perfecta para adelantar el proceso de hidratación. Hasta el punto de que un retraso en el reparto de la edición de este año del vaso reciciclable que distribuye Ecocup -dos millones de unidades- dio lugar a un pequeño motín de la clientela, al mediodía, en la zona de restauración que regenta el sindicato ELB - Laborarien Xokoa-, en la esplanada Roland Barthes. Sindicalistas y previsores, los vasos de ediciones precedentes sirvieron para calmar a los más sedientos, entre quejas de algunos coleccionistas del recipiente que, a buen seguro, será su amigo más fiel durante cinco días.

Acelerando

El incidente no fue a mayores, y los últimos preparativos, en ese escenarios festivo, como también en la plaza Patxa, siguieron su curso, entre tragos -a primera vista, de agua- y caras sudorosas de los primeros turnos de voluntarios por el fuerte calor.

A las orillas del Errobi, los preliminares festivos arrancaron cuando el termómetro se mostraba algo más clemente. Eso sí, eran las 10.00 y marcaba ya 26 grados. Un pequeño detalle con los corredores -unos en disputa con el tiempo y otros sólo a la búsqueda de una sonrisa- que se vistieron el dorsal en la carrera que serpenteó de Biarritz a Angelu hasta hacer meta en el centro de la capital labortana.

Fueron unos 4.500, aunque la cifra ascendería al doble si se cuentan los miles de personas más que acompañaron a pie o simplemente con gestos de apoyo a los deportistas o humoristas, en una prueba que se metió en el bolsillo, por cuarto año consecutivo, Pierre Urruty.

Pequeño imprevisto, los bomberos de Angelu llevaron su protesta laboral tanto al punto de arranque como a la meta de la carrera, bengalas en mano.

Ya en el corazón de Baiona, siempre a orillas del río, pero entre sartenes humeantes, 28 peñas se esmeraron en preparar la mejor tortilla de pimiento. El blanco impoluto de los cocineros se acompañó de una variada muestra de sombrerería. Todo era poco para, con ayuda de tenedores y brindis, espantar el calor a la espera de que, anoche, estallara, ¡por fin!, la fiesta.

 

El Aviron lanza las llaves a una plaza vestida de rojo y blanco

Entre cánticos y con los pañuelos rojos al aire, una multitud saludó la apertura oficial de los festejos. Pasadas las 22.00, y tras el saludo en euskara y en occitano, las tres llaves, lanzadas por representantes del Aviron Bayonnais de rugby -jugará esta nueva temporada en el TOP 14- volaron desde el balcón consistorial, donde se homenajeó además a la orquesta Harmonie Bayonnaise, al club deportivo Croisés de Saint-André y al Banco de Alimentos. Entre el jolgorio popular y el estruendo de la mascletá, la fiesta se apropió de Baiona. Guillaume FAUVEAU