Aritz INTXUSTA
IRUÑEA
INVESTIDURA EN NAFARROA

EH Bildu ha sellado el futuro de una aspirante sin pasado fuera del PSOE

La votación sobre la abstención o el voto negativo a María Chivite se cerró a las 21.00 de ayer. La cabeza de lista del PSN pasó la noche deshojando la margarita a ver si la militancia de EH Bildu la quiere. O si no la quiere. Esta mañana lo sabrá. Mientras se despeja la incógnita, toca hacer retrospectiva sobre cómo ha llegado Chivite a este punto.

Chivite se ha colocado a un paso de ser la tercera presidenta mujer consecutiva de Nafarroa. Pero su currículum vitae no reluce con el mismo brillo que el de sus otras dos predecesoras. Parece que, más que ganárselo a pulso, Chivite es una delantera que supo estar cerca del área en el momento oportuno en el que se dio la posibilidad de chutar a gol. Ha visto su oportunidad y la está llevando hasta el final.

Yolanda Barcina, ejemplo de ambición pura y tenacidad, se convirtió en la primera presidenta de Nafarroa en 2011 rompiendo techos de cristal en la UPNA (primera vicerrectora), en el Ayuntamiento de Iruñea (primera alcaldesa, cargo en el que se mantuvo 12 años) y también como líder de un partido de corte netamente reaccionario y caciquil. Dentro de la Unión del Pueblo Navarro supo vencer el doble lastre de ser mujer y, además, haber nacido en Burgos.

Uxue Barkos, por su parte, llegó a lehendakari levantando un partido casi de la nada tras años zigzagueando entre las siglas de la permanente crisis interna de NaBai. Finalmente, se hizo con el liderazgo incuestionable de Geroa Bai, una formación de nuevo cuño sustentada en el PNV y que le encajaba como un traje a medida. Consiguió la Presidencia gracias a destacar con su oratoria dentro del Congreso español y vencer a un cáncer de pecho de los duros.

En contraposición, Chivite ha llegado hasta las puertas de la Presidencia sin grandes alardes. Pero también hay que destacar que su origen es más humilde, más de andar por casa, que el de Barcina y Barkos, que vienen de familias ciertamente acomodadas. La candidata a la investidura de este jueves nació en Cintruénigo cuatro décadas atrás. Es una de cinco hermanos y acabó marchándose por estudios de aquel pueblo de 7.800 habitantes que se encuentra a medio camino entre Corella y Fitero, cercano a la linde entre Nafarroa y la desangelada Rioja Baja. Cursó Sociología en la UPNA, aunque sin abandonar Cintruénigo del todo, pues su primer cargo institucional lo encontró como edil en ese Ayuntamiento, en el año 2003, después de haber acabado la carrera en Iruñea.

Toda la vida dedicada al PSN

Obviamente, Chivite se convirtió en concejal de Cintruénigo por el PSN. Toda su vida la ha dedicado a esas siglas. Se afilió al partido con 20 años y pronto entró en la Ejecutiva de las Juventudes. La cosa le venía de familia. Solía adornar sus currículums con una frase en la que aclaraba que es sobrina de Carlos Chivite, que fue secretario general del PSN en 2004 y 2008.

Es dudoso que esta aclaración sobre su parentesco con Carlos Chivite se incluyera para ganar puntos en el partido, sino que lo reflejó para que la gente dejara de confundirla con la hija del exsecretario general. Antes de proseguir con otros aspectos, cabe recordar que aquel Chivite fue el líder del PSN que perdió el pulso con Ferraz con el «agostazo» de 2007 (seis meses después falleció de un infarto cerebral).

Su único trabajo fuera del paraguas del PSN que consta en el currículum de Chivite es el de «consultora retail» para una ETT. A día e hoy, ninguna de las empleadas de esta empresa la recuerda, pues todas llevan allá menos de cuatro años.

Chivite no solo ha trabajado para el PSN, antes pasó por la UGT (2005-2007), donde hizo algunos trabajos relacionados con su formación. Chivite completó Sociología con un máster en RRHH y también es Técnica Superior en Prevención de Riesgos Laborales.

El año del «agostazo», cuando Chivite había cumplido los 29 años, entró en la primera línea política (si acaso entrar en el Parlamento navarro merece esta denominación). Repitió en la legislatura 2011 y, por tanto, dio su voto para ese gobierno de coalición entre UPN y PSN. Al poco, la cosa se puso fea y Barcina mandó a paseo a Roberto Jiménez, pero para entonces Chivite ya había dado el salto. A finales de 2011, resultó elegida senadora e hizo las maletas. En Madrid su oratoria gustó mucho. El partido decidió convertirla en portavoz en la Cámara Alta.

En parte, esta buena posición en el Senado le venía por la posición estratégica que mantenía el PSN, que entonces hacía frente común con el PSE. Cuando se desataron las guerras internas por el liderazgo del partido en 2016, aquellas de las que salió victorioso Pedro Sánchez, su primera apuesta fue Eduardo Madina. El navarro Santos Cerdán, fiel escudero de Sánchez desde el minuto uno, le ayudó a recolocarse en el nuevo partido.

Chivite compatibilizó ser senadora con una concejalía en Eguesibar, localidad de Iruñerria donde se afincó. Pero no terminó la legislatura y dimitió para no pactar con EH Bildu cuando salió adelante la moción contra un alcalde acosado por escándalos de corrupción. Probablemente fue en esos años cuando alcanzó su pico salarial (78.484,3 euros), ya que sumaba las dietas de concejal a su cargo de senadora, según la página de transparencia del PSOE.

Chivite sustituyó a Roberto Jiménez en 2014. Unos meses antes se había impuesto a su rival, la crítica Amanda Acedo, que le disputó ser cabeza de lista. Lo hizo por un 58% de los votos.

Finalmente, las elecciones navarras de 2019 coincidieron con el momento de mayor popularidad de Sánchez como adalid frente al Trifachito. Arrastrada por ese tirón, Chivite quedó segunda en las elecciones sin hacer grandes alardes. Le toca chutar a gol. Que entre la pelota o no, lo decide EH Bildu.